Apareció una Luciérnaga
Este pasado fin de semana, estando en Cabuya, donde la luz se va no solo los fines de semana y si no, qué les parece la estadística esta: A 10 días del nuevo gobierno la luz se había ido durante siete días en períodos mayores a 5 horas. Esa fue la bienvenida.
Bueno, pero lo que quiero comentar es otra cosa. Después de un torrencial aguacero, la luz se fue y el pueblo entero quedó en una oscuridad total, ya que hasta la luna se encontraba ausente.
Por varios minutos me dediqué a contemplar la oscuridad absoluta, la cual fue interrumpida por una pequeña chispa de luz que se prendió y se apagó. Se trataba de una luciérnaga. Una triste y solitaria luciérnaga en todo el pueblo donde en mi niñez, yo me deleitaba viendo en las noches de las vacaciones de medio año, al pueblo entero adornarse con los destellos de miles de luciérnagas.
Medio siglo después, nos enteramos que a nivel mundial, las luciérnagas están desapareciendo, debido a la contaminación y a la reducción de hábitat; pero no sólo son las luciérnagas; también están las abejas y otros insectos y con ellos varias especies de plantas que ellos polinizan y por allí va una cadena de deterioro, causado por el hombre y su ambición.
Volviendo a las luciérnagas, estos insectos son cocorroncitos y los únicos que tienen alas y pueden volar son los machos, ya que las hembras permanecen enterradas en el suelo.
Durante los meses de agosto y septiembre inicia la época de apareamiento y el macho aprovecha las noches oscuras para emprender un vuelo y frotar las escamas que tienen en el bajo abdomen, produciendo luminiscencia a voluntad, para atraer a la hembra que a través de sus antenas emitirá unas ondas y desprendiendo feromonas, le avisará que está disponible para iniciar la cópula.
La vida de la hembra sólo durará hasta que ponga los huevos en la tierra, por lo que la mayoría de las veces no ingiere alimento alguno.
Los lampiridos (lampyridae) son una gran familia de cerca de 2000 especies en todo el mundo y viven en los lugares húmedos y bosques espesos, por lo que se les utiliza como indicadores de la salud de un área boscosa, ya que al desaparecer este ecosistema, también desaparecen las luciérnagas. Evitan también los lugares urbanos y con exceso de luz eléctrica, ya que impiden el ritual de apareamiento y es por ello que ya en Cabuya no se ven luciérnagas o solo se ve una como me ocurrió.
¡Yo me pregunto! Qué le pasaría a esa luciérnaga? Qué la motivaría a estar sola en la inmensidad de la noche, buscando algo que de seguro no encontró.
Sabían ustedes que la luz eléctrica de los bombillos son responsables del 5% del calentamiento global y que gracias al sistema copiado a las luciérnagas de escamas en el abdomen, han aumentado hasta 50% la luminosidad en las luces led y reducir la huella de carbono. Mientras escribo estas líneas, en el cana DW de Alemania pasaban un documental sobre granjas de insectos que ya se están poniendo de moda en Europa y no son “caprichos” o rara costumbre de chinos. Son insectos criados en condiciones de limpieza para la extracción de sustancias medicinales y para la producción de proteínas de alto valor nutritivo en pequeños espacios y con costos muchísimos más bajos que una granja de vacunos o porcinos.
Pareciera contradictorio y por demás irónico. Por un lado se avanza en la investigación sobre las posibilidades de alimento y medicinas, utilizando insectos y por otro lado el propio hombre ha eliminado y sigue eliminando insectos benéficos al envenenar las fuentes de agua y el resto del ambiente donde viven los insectos.
¿Pensar que los insectos están en el mundo mucho antes que el hombre y le han servido y ayudado en muchos casos a lograr el desarrollo que ha alcanzado; sin embargo, hoy día se ven amenazados por el egoísmo y la ambición humana.
Cuándo aprenderemos, que al eliminarlos, también eliminamos las posibilidades de vida del propio hombre.