La Puntualidad Alemana
Cuando se habla de Alemania, casi que todo el mundo destaca el orden y la puntualidad que los caracteriza en todas sus actuaciones.
Hoy quiero compartir con ustedes, una recién experiencia.
Nuestro viaje salió de Panamá a las 7:00 p.m., por lo que pasamos toda la noche de vuelo y como yo no puedo dormir en los aviones, me tocó ver dos películas y el resto escuchar musicales hasta llegar a Frankfurt a las a las 9 o 10, ya no recuerdo. Llenos de entusiasmo salimos a conocer Frankfurt hasta las 9 de la noche que tomaríamos el autobús que nos llevaría a Praga.
Todo transcurrió con normalidad y a las 8:30 estábamos en la piquera, a la espera de nuestro autobús de la línea Flix Bus, que es una plataforma similar a UBER, pero de buses.
Una llovizna intermitente nos dio la bienvenida, acompañada de una brisa otoñal que penetraba hasta los huesos y así llegó las nueve, las diez y las once, como la canción de Joaquín Sabina y el bus no apareció.
Nuestro guía apenado y preocupado se resistía a aceptar lo que estaba ocurriendo y prefería esperar un poco más, hasta que el grupo lo conminó a buscar una alternativa y regresar al aeropuerto, donde había asientos, wifi y calor.
Se contrató otro bus que saldría a las 6:00 a.m., así es que me tocó otra noche sin dormir.
A la mañana siguiente que el guía llamó a la plataforma para reclamar, le dijeron que el bus había llegado un poco antes y al no ver a nadie, se fue. Una respuesta tercermundista pura y dura.
Esta fue nuestra experiencia de entrada a la ordenada y puntual Alemania.
El segundo bus llegó puntual y empezamos nuestro largo viaje hacia Praga, pero antes, pasando por varias ciudades de Alemania, en la que destacó Niuremberg, que se me pareció mucho a Stutgar en lo ordenada, limpia y también diseñada, que sorprende.
Entre ciudad y ciudad se fueron deslizando caseríos, poblados y grandes extensiones de terrenos ya cosechados, preparados esperando el invierno y bosques de abedules que se habían desnudado o vestidos de amarillo y naranja; semejaban proferir un gran bostezo para ir a dormir. Mientras que los pinos y abetos intensifican su verdor y todas las ramas se dan a la tarea de proteger las yemas terminales y los primordios florales que harán eclosión en la próxima primavera.
Todo se combinaba para apresuradamente prepararse para lo que pronto vendría; el invierno y pensaba yo, a tantos kilómetros de mi casa ¿estaré en mi otoño preparando la llegada del invierno? Y ¿existirá una primavera después del invierno?
Todo discurría ante nuestros ojos, iluminado por un sol matutino que se abría paso entre espesas nubes y cada trozo de paisaje era en realidad una postal que me fue borrando el disgusto y la horrible experiencia de nuestra llegada, pero con la nariz pegada al vidrio de la ventana reflexionaba sobre los inconvenientes de encasillar los lugares y ponerles cliché para bien o para mal.
Si a mí me dicen que en Alemania con una sociedad ordenada y seria me ocurriría un percance así, hubiera dicho que no. Eso solo ocurre entre nosotros, paisitos del tercer mundo. Pero qué ironía, me tocó a mí comprobar que todos somos Homo sapiens, aunque ellos tengan 2% de nandertalis que parece hacer la diferencia.