Cuentos de Camino, un Viernes Santo

No existe fecha en los pueblos, de la que se desprendan más historias, cuentos y mitos, que de la Semana Santa; y estos cuentos crecerán contigo y te acompañarán a lo largo de tu vida y en algún momento tú también se lo referirás a un hijo o como en mi caso a un sobrino.

Para todos los niños del pueblo el Viernes Santo era una fiesta donde uno se preparaba con anticipación, ya que todos iríamos a Chame a visitar la iglesia y caminar la procesión del Santo Sepulcro.

El único problema era que nadie tenía vehículo y la única “chiva” que entraba debía realizar tres viajes para llevar a las personas a Chame y tres viajes para regresar a la 1:00 p.m. cuando entraba la procesión.  Si perdías el tercer viaje, te tocaría regresar a pie desde Chame, hasta el pueblo, por camino de caballos y a esa hora les puedo asegurar que no era nada agradable.

Mi tío, tan devoto como los demás, pero a su vez, apegado a las normas con que había crecido, iba a toda las ceremonias a Chame, pero a caballo.  “Así cuando yo quiero irme me voy sin esperar ninguna chiva”.  Tú tienes caballo, por qué tienes que esperar una chiva?  Ya estás en edad de andar en tu caballo; ensíllelo y vámonos para que aprenda cómo es la cosa.

Para un niño de diez años una experiencia como esa no deja de ser alucinante y de la mano de una persona con tanta experiencia, había que aprovecharla.

No tardé mucho en colocar la montura al caballo y me arreglé con toda las “togas” que un niño podía ponerse para ir a un acontecimiento como la procesión de Viernes Santo en Chame.  Me puse además un suéter para abrigarme del frío que pudiera hacer en el camino y cuando el reloj marcaba las 6:00 p.m. emprendimos nuestro viaje, no sin antes escuchar la advertencia de mi tío: Debemos ir temprano, para agarrar todavía algo de luz en el camino; hoy es un día especial y el maligno ya debe andar rondando.

Esta primera advertencia me llenó de expectativas, pero no dije nada.

Los caballos avanzaban así como también avanzaba la noche y cubría de negro el cielo y el entorno, puesto que ya harían como tres noches oscuras, así que la luna saldría bastante tarde.

A las siete de la noche estábamos amarrando los caballos en casa de un pariente que vivía antes de cruzar la interamericana y seguimos a pie hasta entrar al pueblo y mezclarnos con la muchedumbre que llenaba las calles del pequeño pueblo y nos abrimos paso hasta llegar a la iglesia.

La iglesia a esa hora, estaba repleta de gente que entraba y salía cada una con una motivación diferentes, pero toda relacionada con la fecha.

Para unos muy devotos habían llegado desde temprano, para escuchar el sermón de las siete palabras, arrodillarse frente al monumento y acompañar en procesión al Santo Sepulcro.  Otros aprovechaban la ocasión para llevar velas moradas, tomar agua bendita y llevarse algunas flores del Santo Sepulcro para a las 12 de la noche, preparar conjuros con distintos propósitos.  Para los jóvenes era un buen momento de ir conociendo amistades y si era posible ligar con alguna pareja, aunque fuera dentro de la iglesia.

Yo me mantenía atento a las instrucciones de mi guía, quien me iba presentando a medio mundo de los conocidos que se iba encontrando, hasta que llegara la hora de la salida de la procesión, que con su tradicional paso de tres para adelante y dos para atrás, hacía que este proceso fuera no solo lento, sino cansón

Lentamente el tiempo fue avanzando y entre los desafinados compases de una banda y los lamentos o sonidos guturales de un miserere, la noche fue cubriendo con su manto a todos los penitentes y feligreses, mientras una leve brisa más bien fría penetraba los huesos y hacía que el caminar se tornara en penitencia.

Ya cuando el reloj llegaba a las 11:00 el sueño, el frío, el cansancio y el aburrimiento hacían presa de mí, tomé valor y le digo a mi tío: ya la procesión está próxima a entrar, por qué no nos vamos?  Sin vacilar ni un instante me contestó: no podemos, no ves que Cristo está muerto y a las 12 exactas el demonio sale a celebrar su triunfo.  Entonces esa hora no nos puede encontrar en el camino, debemos esperar que pase.

Esta parte de historia no me la habían dicho antes de venir, de seguro que no hubiera venido y ahora yo quería regresar en la chiva, pero que hacía con el caballo?  Todo el cansancio y el sueño se me quitó, solo me quedó el frío que me quemaba los huesos y una grave aprensión que más bien era miedo.

Cuando la procesión se oriente hacia la entrada nos vamos; así cuando sean las 12, ya estaremos tomando los caballos y dirigiéndonos hacia la casa.

Ya no sabía si me quería ir o esperar, pero la noche pasara pero esta siguió y eran las 11:30 cuando mi tío me dijo: vámonos, que la luna está alumbrando; eso nos ayudará, llegamos hasta donde dejamos los caballos, los arreglamos y partimos.

La luna que tanto me agradaba para poder jugar de noche, ahora la sentía como una macabra cómplice que hacía que cualquier arbusto con su ayuda proyectara una sombra que se acercaba hacia nosotros.  Por nuestra frente nos cruzaban los murciélagos a los que siempre había tenido miedo, pero que ahora al resplandecer con la luna se tornaban terroríficos.

De pronto del suelo se levantaron varios pájaros que con la luz de la linterna de mano de mi tío se le veían los ojos rojos como encendidos.  Yo me sobresalté y mi tío al verme así me dijo: no temas esos son capachos, esos pájaros no hacen daño a las personas; lo malo es que ellos son mensajeros de las brujas, por eso siempre están por los caminos, no vuelan alto y avisan a sus dueñas quiénes se acercan.

Yo guardaba un hermético silencio mientras mi tío seguía hablando; ya pasaron las 12, pronto vamos a bordear el río y pasaremos junto a varios árboles de higuerón y es por ese lugar donde yo no quería que me dieran las 12.  No me pude contener y solo le pregunté, por qué? En esos árboles han ocurrido muchas cosas y todos los viernes Santo hay que cuidar de no estar cerca de ellos a las 12 de la noche.

Dicen los viejos que cuando crucificaron a Cristo y murió, el demonio salió a celebrar el triunfo del mal sobre el bien y que justo cuando iban a ser las 12 de la noche, se paró bajo un frondoso árbol; pero sentía la necesidad de ser adorado y le pidió al árbol que le bañara con flores y el árbol le dijo: no puedo, yo no tengo ni flores, ni frutos para ofrecerte y el demonio le dijo: bueno, eso para mí no es gran problema, a partir de hoy tú florecerás con las flores más olorosas y hermosas que hayan existido, pero solo podré verlas y admirarlas yo y los que a mí me adoren.

Al instante el árbol de higuerón se cubrió de flores que abrieron y despedían fuertes aromas a azufre y mirra, que atrajeron miles de luciérnagas y cocuyos que hacía que las flores brillaran como si fueran de luces, cientos de murciélagos volaron alrededor del maligno y negros cocorrones volaban entre las flores y chupaban el néctar que en ellas había.

Todo se hacía en torno a la figura y el trono que se había construido el demonio para ser alabado esa noche, ya que a la una él debe regresar a las profundidades del averno y desaparecer quedando solo la fragancia diabólica de las flores del higuerón y si te toca estar a las 12 bajo un árbol de estos, automáticamente te transformas en demonio y nadie te vuelve a ver.

El higuerón es tan celoso de su trabajo y su función, que no permite que otros árboles estén cerca de él y poco a poco los va envolviendo y se los va comiendo y es por ello que uno puede ver e incluso coger sus frutos, pero nunca sus flores, estas solo salen el Viernes Santo, a las 12 de la noche.

Pero alguien ha visto esas flores alguna vez? Le pregunté, ya te dije que solo los adoradores de Satanás, así como nosotros estábamos en una iglesia y escuchamos misa, nos salvamos.  Ellos y una que otra bruja viene a un palo de higuerón a adorar al diablo este día.  No te quise decir nada, para que no miraras para arriba, pero acabamos de pasar los tres palos de higuerón y sentiste el olor a mirra todavía? 

No contesté pero de seguro que cualquier cosa que yo hubiera sentido, iba a decir que me olía a mirra, aunque nunca la hubiera olido.

Para variar un poco la conversación, le pregunté y fue allí que las brujas tenían su fiesta?  No era fiesta, ya te dije que hoy es un día muy serio también para ellos era día de adoración.  Por algún motivo las brujas si llegan allí a bailar y fiestear, es cuando un domingo cae en día 7.  Si y eso por qué?  Ese día bailan desde las 12 hasta el amanecer y van llegando y trayendo cada una ingrediente, prenden una fogata, colocan un caldero con agua y a la que le van añadiendo: 6 murciélagos de cueva, 6 serpientes barrigueras grandes, las cabezas de 6 capachos y la cabeza de un macho cabrío.  Todo esto mezclado con hojas de higuerón y otras yerbas y otras cosas que mientras se cocinan, saltan y brincan cantando: lunes y martes y miércoles 3, jueves y viernes y sábado 6 y domingo y domingo 7, domingo 7, domingo 7.

Este aquelarre se extiende hasta que esté el potaje, todas beben hasta embriagarse y dicen que esta ceremonia les da vitalidad y poder para desarrollar su arte con mayor fortaleza.

En realidad, escuchando toda esa historia, el tiempo se me fue más rápido que el de la procesión y nos acercábamos al río que por lo menos a mí me decía que estaba en terreno conocido y sobre todo, abierto y bien alumbrado, ya que la luna se veía ahora hermosa y no sabía si es que estaba en el cielo o salía del inmenso espejo que era el charco del río.

Los caballos se aligeraron y en la cantarina corriente hundieron el hocico y empezaron a beber agua hasta calmar su sed.  Nuevamente me comenta mi tío mira, la luna está en la mitad del cielo, eso quiere decir que la marea está honda.  Sí? Cómo sabe?  Aprende esto…Luna en medio cielo, agua en los esteros.  Este es el momento en que los pescadores van a levantar los trasmallos en los esteros, para atajar los peces.  Otro día te explico mejor eso, ya estamos llegando a casa.

La verdad que ese Viernes Santo aprendí lo que nunca hubiera aprendido en la chiva, pero de seguro en un viaje en chiva jamás hubiera sentido el miedo y la sensación de estar tan cerquita del inframundo y sus habitantes, como ese viaje a caballo para llegar a Chame un Viernes Santo..

Ing. Blas Morán.

Marzo,2019.