Un Viaje Excitante
Hace ya algún tiempo conversaba sobre un cuento infantil escrito por un alemán conocido como Janosch y casi desde 1930 en que fue escrito, sirvió de referencia a todos los niños de Europa occidental en la escuela primaria.
El cuento en mención se llama “Qué Bonito es Panamá” y cuenta la historia de dos amigos: un oso y un tigre que encuentran una caja vacía de bananos, cuyo origen era Panamá. El aroma de esa caja los cautivó tanto, que decidieron emprender el viaje para ir a vivir en Panamá. Este sería un viaje cautivador para llegar a un país cautivador y salieron en busca de su objetivo y preguntando a todos los otros animales por la dirección del país de sus sueños.
Así van encontrando a varios animales con los que interactúan y aprenden cosas nuevas que van engrandeciendo sus conocimientos y acervo cultural. La búsqueda continuó hasta que un cuervo les indicó la dirección en que deberían caminar para llegar a Panamá; caminaron en esa dirección hasta que encontraron una estaca con un rótulo que decía Panamá y se sintieron tan contentos y exclamaron ¡Oh, qué bonito es Panamá! Y se sintieron tan bien y empezaron a poner en práctica mucho de lo que habían aprendido con todos los amigos que habían conocido en su travesía y no se dieron cuenta de que habían llegado al mismo punto de donde habían salido y de ello se origina mucho de las enseñanzas de este original cuento que le mereció premios y reconocimientos al autor.
Por qué les comparto este cuento? Bueno, porque de alguna forma establecí una especie de comparación o parangón con este cuento por una aventura en la que participé y que de alguna forma deseo compartirla con ustedes.
Resulta que a finales del año pasado convencieron a seis ratoncitos de bodega, de hacer un viaje asombroso a un lugar llamado Transilvania y conocer muchos castillos medievales, entre ellos el Gran Castillo del Conde Vlad, mejor conocido como Drácula.
Los seis ratones partirían de Panamá, llegaríamos a Alemania y de Frank Furt seguiríamos por tierra, atravesaríamos este país luego a Praga, hasta llegar a Rumanía en donde se encuentra Transilvania. Un viaje “excitante” hasta llegar a un lugar “excitante”.
Fueron muchas las experiencias, las realidades geográficas y los aprendizajes de este fabuloso viaje. Lo primero fue entender que aunque los “ratoncitos” éramos casi que coetáneos y teníamos millas recorridas en viajes, cada uno tenía una motivación distinta e incluso observábamos cosas diferentes en cada uno de los lugares visitados y esto enriquecía aún más cualquiera explicación sobre un mismo sitio.
Nuestra primera parada en Frank Furt estuvo llena de experiencias y vivencias de todo tipo. La primera expectativa en el grupo era diversa. En mi caso yo planteaba que cada vez que llego a Alemania mi deseo es comerme una buena salchicha y una cerveza bien fría. Otro compañero iba tras de semillas de plantas que pudiera recoger y traer, el profesor se interesaba por los monumentos y plazas, otra buscaba golosinas y dulces que hubieran quedado de las fiestas de hallowen.
Salimos a caminar hasta llegar a un puesto de suvenir y fuimos más que nada a investigar precios y por la conversación nos encontramos con un grupo familiar que también hacían compras.
Effendic muy atentamente les dice: también hablan español, de donde son ustedes. El papá (supongo) se adelantó a contestar; somos de Alemania. Yo me sonreí y pensé, “con la cara de “andígena” (léase: indio de los Andes) ya me convenciste que eres alemán”. La señora esbozando una sonrisa nerviosa ripostó, somos de Perú y de dónde son ustedes? De Panamá, contesta el compañero, a lo que el señor riposta, ah de Panamá son tan pequeños que caben 6 veces en nuestro país. Si le dice Effendic, pero para que los encontraran a ustedes tuvieron que salir de allá. El señor quedó atónito, sin una respuesta oportuna y no le quedó otra que decir, “bueno si”.
La tarde transcurrió y cada uno de los ratoncitos se dedicó a buscar las cosas de su interés, entre ellas muestras de diferentes calabazos (zapallos) de colores y formas vistosas que nos obligó a revisar literatura sobre el tema, pese a que la auyama del mundo es originaria de América, igual que la papa o el tomate.
Praga al igual que Viena, son ciudades de ensueño o fantasía y sus moradores están conscientes de ello, que la cuidan como una joya. La preocupación por la cultura es tan grande, que toda persona que vaya leyendo un libro en el metro está exento de pagar pasaje.
A medida que el tiempo discurría cada viajero se maravillaba de algo de interés como era la vistosidad y variedad de los adoquines de las calles, cuya confección se notaba que eran de muchos lustros, pero con mucho mantenimiento. Cada calle, plaza o pasillo es una obra de arte. La arquitectura de las casas en cada pueblito variaba según el origen de sus pobladores húngaros, nórdicos, sajones, etc. y qué hablar de las iglesias que cada pueblo tenía, contando a veces hasta tres en un pueblito; una católica, otra ortodoxa y otra luterana. Eran pequeñitas pero de una belleza asombrosa.
Se trata de pueblos con una carga histórica de sufrimiento y trabajo tan grande, que en muchos aspectos la globalización mundial aún no las tocan, pero allí están porque lo que si han aprendido es a sobrevivir al tiempo, a las invasiones, al hombre, a las enfermedades y allí están.
En más de una ocasión escuché a la profesora que nos acompañaba decir: y recordarán cuántos cierres de calle y huelgas se han dado y se dan en Panamá por situaciones como esta, pero son iguales? Analicemos.
Por mi parte, a mí me impacto tremendamente la situación socio-política de Transilvania y de Rumania en general, por qué? Porque en toda Europa y fuera de ella se dice que es el país más pobre, los menos preparados y los que más emigran de toda la Unión Europea.
Comparto con ustedes mi corta y excitante vivencia.
El grupo y su guía llegamos a la ciudad de Hunedoara y de allí viajaríamos por tierra a los diferentes puntos que visitaríamos.
Debo recordarles que Rumania que es el país donde queda Transilvania pertenecía a la URSS hasta la disolución de la misma. En el mundo se peleaban el dominio dos sistemas económicos; en el socialista donde la planificación de la economía la establecía el Estado y el capitalismo, donde la economía la crea y orienta el libre mercado.
En tal sentido Rumania recibía de los diferentes países de la Unión, materia prima sobre todo metálicas para transformarlos en maquinarias y equipos.
Hunedoara es una ciudad del tamaño de David, pero mejor trazada, con amplias y rectas calles, todas asfaltadas, hermosas plazas con vistosos jardines que cambian de plantas según la estación, hoteles bonitos, cómodos pero no lujosos (máximo 4 estrellas) y un transporte público funcional.
Las vivienda eran compuestas en su mayoría por complejos multifamiliares de tres y cuatro pisos, muy bien ordenados y casi en toda la periferia de la ciudad, enormes complejos de fábricas de distintas naturalezas y servida por una gran red de ferrocarriles. Esta ciudad contaba entonces con 700,000 habitantes, todos obreros y suplída de todos los servicios a esta numerosa población, garantizada por el Estado.
Más de dos generaciones nacieron y crecieron aquí con la seguridad modesta de casa, familia, estudios, salud y trabajo y sus hijos tendrían esos mismos derechos de manera muy modesta pero segura.
Así era todo hasta que un buen día la URSS se desintegra y las repúblicas de la Unión se van separando una a una. Así Rumania vuelve a ser República independiente, pero sin la tutela ni el apoyo de Rusia y con un vecino como la Europa convertida en unión pujante y próspera.
Cegados por el brillo de esa Comunidad Europea deciden solicitar el ingreso a ella. El proceso se da, pero esto no es como comprar un juguete de matel donde los accesorios se venden por separado. Si cambias de modelo económico, cambias el modelo “paternalista-comunitario” por un modelo de “libre comercio” y no le iban a abrir espacio: ocupara solo los que quedan.
En tal sentido, la educación es bastante buena, pero no te asegura un puesto de trabajo al concluir estudios; la seguridad social, si ahorraste será buena pero si no te conformarás con la salud pública; la próspera Europa ya contaba con fabricas más modernas, minas y altos hornos cercanos a los centros de aprovechamiento asi que en las ciudades como Humedoara con todas sus fábricas entraron al libre comercio y fueron adquiridas por grandes consorcios, pero no para mejorarlas, sino para cerrarlas y conservar la tierra en espera de otra buena oportunidad.
Resultado: miles de obreros quedaron desempleados, los jubilados con una seguridad social muy limitada y la ciudad pasó de contar con 700,000 habitantes a tener 70,000 con muchos viejos, porque los jóvenes se fueron a otros países a trabajar de lo que sea para enviarle algo a los viejos.
De manera muy resumida les estoy describiendo el drama de toda Rumania y para cambiar ahora a otra actividad como el turismo, va a llevar una o dos generaciones. El potencial se ve halagüeño pero en el ínterin, la llevan muy dura.
Si a todo lo narrado le sumamos el arrastre histórico de todas las naciones o grupos raciales que han incidido en Rumania desde el imperio otomano hasta nuestros días, el caleidoscopio cultural es muy complicado.
Es por estas tierras que los seis ratoncitos que un día salieron de Panamá para recorrer una región excitante estábamos conociendo de manera vivencial; los valores culturales, la gastronomía, la historia, las miserias y sufrimientos de ese pueblo ancestral. A todo esto recuerdo el llamado de la profesora cuando decía: Miren esto y valoren lo que tenemos en nuestro país.
En realidad fue “excitante” la experiencia de conocer minas de sal del tiempo de los romanos, cuevas del tamaño de catedrales, castillos milenarios, pueblos y un largo etcétera, pero todo tiene un fin y así nuestro viaje llegó a su fin y los seis ratoncitos retornamos a nuestra cueva, cada uno con una dolencia causada por la edad y el trajín e igual que el cuento alemán, todos pudimos exclamar: en alemán, Oh, wie schon ist Panamá- Oh que bonito es Panamá.
P:D: En entregas posteriores les contare de las muchas experiencias agradables e inolvidables que tuvimos a lo largo de nuestro excitante viaje.
Ing. BLAS MORÁN