Hay un Supermercado en el Semáforo
Después de una larga ausencia, aproveché la apertura para ir a la ciudad y realizar varias diligencias. Casi se me había olvidado manejar con tráfico denso, pero como todo, uno vuelve a acostumbrarse.
Conducía con mucha calma, tratando de llenar mi memoria con el paisaje citadino y escudriñar en todas las calles, qué cosa nueva apareció durante este tiempo.
Así llegué hasta el semáforo del Dorado, donde me tocó hacer alto. En poquitos minutos pasaron por mi carro dos sillas de ruedas, un minusválido a pie, tres vendedores de diferentes legumbres y el resto no alcanzó a llegar, porque cambió la luz.
Como una película pasaron por mi mente los versos de la poetisa Consuelo Thomas, cantados por Rubén Blades, que decían “Hay un supermercado en el semáforo; para todo lo que usted quiera comprar”. “Lo único que usted tiene, es que parar”. Y va describiendo poéticamente todas las ofertas desde una rosa ya casi marchita, hasta plátanos, verduras , pan y si su carro está limpio, con gusto se lo pueden ensuciar y por allí sigue.
Yo creo que ahora no hay supermercado; hay mega mercado y como la tecnología se impone incluso sobre la pandemia, ya el mercado se lo llevan a su barriada en vehículo y con altavoces; casi que en caravana desde las 6:00 a.m. hasta las 6:00 p.m. su techo vibrará al ritmo de “vecina, tenemos los plátano verde, la yuca, el verdadero chorizo de puerco, pan colombiano, mecedoras, gallinas vivas y además le compramos su lavadora vieja y toda su chatarra. Si no tiene, le podemos alquilar una.
Usted solo consuma y compre que el impuesto a la pandemia (léase miseria) hay que pagar; eso es lo justo.
Volviendo al semáforo; según comentarios escuchados antes, cada vendedor tenía su historia y también su record; ahora me contaron que todos los del sector en donde yo estaba, pertenecían a un solo lugar de un sector bastante distante del Dorado, mientras en una esquina se derrite un letrero que dice “Todos somos Panamá” y no deja de ser cierto, pero no todos somos iguales, a unos la pandemia les duele más que a otros.
La inequidad que nos ha caracterizado desde la formación de la República, la pandemia la multiplicó por tres y el supermercado pasó a ser mega mercado y eso no es emprendimiento, eso es supervivencia y recuerda, Todos somos Panamá y como dice la poetisa: El impuesto a la miseria hay que pagar. “Eso es justo”.
Una de cal y una de arena; deseo a continuación compartirles mi experiencia al ir a Merca-Panamá.
Para los que como yo, visitábamos con frecuencia aquel mercado de abastos en Curundú, aún recordamos la odisea para conseguir un mal estacionamiento y luego sortear lodazales y charcos para de manera apretujada, comprar vegetales amontonados desde el piso, revuelto los dañados, verdes y maduros y qué hablar de los olores; era una mezcla de aroma de frituras, sopas recién hechas. Orine y vegetales podridos: cómo olvidarlos, y con esa asquerosa realidad, te mezclabas con chef de todas las categorías, profesores y alumnos de gastronomía, conociendo los vegetales, chinos regateando precios. Hasta motines hubo por el cierre de ese lugar.
Comprar en Merca Panamá representó un cambio de la noche al dia. Amplios y numerosos estacionamientos, higiene, mucha higiene, espacios para caminar y recorrer los bien presentados puestos de ventas, en donde algunos le reciben tarjeta clave; pero, siempre hay un pero: como hay muchos estacionamientos y amplias calles para que circulen los autos, ahora los chinitos, los revendedores y las señoras con sus empleadas quieren hacer mercado desde los autos y usted debe esperar tras una cola de 3 pick up y 4 autos, regateando las piñas o las sandías, amén de los plátanos y las naranjas, así queda evidente el juega vivo de los panameños. Desde el punto de vista de los productores, que están bajando su carga desde las 3 de la madrugada y necesariamente se enlodaran todos; los constructores se olvidaron de ellos y no hay baños ni lugar para asearse. En otros países estos baños los administran asociaciones de discapacitados y se cobra una cuota por el uso.
Les cuento otro aspecto para que lo tomen muy en cuenta. Merca Panamá lo componen creo que 4 ó 5 galerones igualitos y lo único que los diferencia es el nombre que tienen enfrente.Las puertas de entrada y salida están alineadas una frente a otra. Caminar adentro es tan cómodo que se le facilita pasar de un galerón a otro con mucha facilidad, el problema está en que si no recuerdas cuántas galeras has visitado o cuál fue la puerta por donde entraste, se te confunde el lugar donde estacionaste el auto; y aquí empiezan los problemas. A mí me ha ocurrido dos veces y eso que me precio de tener un buen sentido de orientación.
Caminé con mi carga para arriba y para abajo y nada. Fui donde el seguridad y le dije que me habían robado el auto y le mostré el lugar donde yo decía que lo había dejado.
Tengo que resaltar con mayúsculas que el seguridad con mucha decencia y atención me pidió que me calmara y que le informara los pormenores de mi vehículo y el lugar donde se suponía lo había estacionado, pero además dio un vistazo a mis compras y llamó a otro compañero por el “walkie talkie” después de algunos minutos lo llamaron de vuelta y me pidió que fuera al otro galerón para ver si allá estaba mi auto y en efecto, allá estaba. La vergüenza no me permitió ni regresar a darle las gracias al atento seguridad y me contaban que esto ocurre con alguna frecuencia.
Lo cierto es que con todo y lo contado, es una grata experiencia comprar en Merca y la semana pasada fui y la sorpresa fue todavía más grata ya que los puestos de vegetales parecían un jardín de frescura yl deslumbrantes colores. Esto es un sinónimo de que nuestro campo está produciendo y que cerca de 40% de nuestra población está laborando y generando recursos que se quedan en Panamá.
¿Se imagina usted qué pasaría si estuviéramos en manos de los comerciantes e importadores como los últimos 20 años y una pandemia para completar?
Quien conoce un poco de economía, sabe que el sector primario le da cabida a 40% de nuestra población y si esta población no obtiene recursos trabajando el campo y vendiendo su producción, no se quedan allá y emigran a las ciudades formando los San Miguelito, Vista Alegre y Arraiján, con todo lo que eso conlleva.
Acertada decisión el apoyar a los productores nuestros, sobre todo en tiempo de pandemia. Apoya al productor, visita Merca Panamá y admira la variedad de vegetales, mientras otros trabajan para reducir el supermercado del semáforo y como dice otro poeta (este, guatemalteco) “Vámonos patria a caminar, yo te acompaño”.
Ing. Blas Morán