Aporofóbia, una Nueva Palabra

 

En la población de Capurgana, en el Chocó colombiano se encuentran varados cerca de ochocientos migrantes esperando para ser transportados a otra comunidad colindante con la frontera de Panamá, para luego internarse en el “tapón del Darién” y llegar a algunos de los pueblos de Panamá y continuar su camino hacia el norte. 

 

El grupo está compuesto por 5 ó 6 nacionalidades distintas.

 

Un funcionario de las Naciones Unidas explica lo que alcanzan a hacer con los limitados fondos con que cuentan, a la vez que enumera uno a uno todos los peligros o amenazas reales a la que se enfrentarán con seguridad en el tapón del Darién, antes de llegar a algún pueblo de PanaUn periodista entrevista a un joven haitiano y le hace mención de todos los peligros que acaba de mencionar el funcionario de ACNUR y por qué su decisión de continuar esa peligrosa travesía y el joven le contestó: Porque para morir nacemos y si me toca ahora no pasa nada y si no me toca, continuo.  Esto lo decía con una naturalidad y una sonrisa que impactaba.

 

Una amiga de visita en Suráfrica fue al Cabo de la Buena Esperanza y se preguntaba “y es que existe la mala esperanza?  Escuchando este documental encontré la respuesta a su pregunta.

Esa resignación más que tranquilidad de esas personas semejan a un enjambre de insectos que vuelan atraídos por la luz, aunque el calor los consuma antes de llegar.  Todos experimentan un “norte tropismo” positivo que los empuja a seguir, pese a lo que digan otros.

 

Pero aquí no queda el problema, porque además de todos los peligros en el Tapón del Darién, deben afrontar el repudio, la discriminación y el rechazo de grandes sectores de la población en cada uno de los países por donde pasen y esto nos lleva a tocar un tema colateral, pero de gran complejidad.

 

Hace ya  unos meses una doctora española  llamada Adela Cortina, Catedrática Emérita de Ética y Filosofía Política en la Universidad Pontificia de Valencia  dictó una conferencia magistral, donde informaba que por fin después de 22 años de insistencia y lucha, la Real Academia  de la Lengua aceptó y añadió al léxico español la palabra “aporofobia” compuesta de aporos = pobre, sin recursos; fobia = miedo, repudio, rechazo.  O sea que aporofóbia es el rechazo o repudio a la gente pobre aunque sean de tu propia familia.  Como les dije, el tema es profundo y complejo; por lo que solo lo tocaremos por encima.

 

El homo sapiens conquistó el mundo entre otras cosas, por su capacidad para vivir en comunidad e interactuar entre ellos  y con un cerebro capaz de estimular tanto el egoísmo como el altruismo, según sea el caso.

 

Si bien el cerebro tiende a rechazar todo aquello que atenta contra la supervivencia y por ellos busca los lugares y las personas que sean más parecidas a él en lengua, costumbres, ideales, etc. Y está dispuesto a dar a otros aunque estén lejanos, pero también están dispuestos a recibir o sea siempre debe haber la reciprocidad de por medio.

 

Veamos unos ejemplos.  Por efecto de la pandemia la cantidad de viajeros que llegan a Tocumen ha disminuido notablemente.  Sin arriesgar las medidas de bioseguridad, cada día se facilita el retorno de los añorados turistas, sean de cualquier lugar, pero que vengan a comprar en nuestras tiendas y gastar en nuestros hoteles, ellos traen algo para darnos.  Por otro lado, pero todos los que están en Capurgana esperan que Panamá abra la frontera y son considerados migrantes irregulares y el gran grupo es muy heterogéneo en cuanto su color de piel, lenguaje, costumbres, lo único en que se parecen es que son pobres, no tienen nada que ofrecer a cambio.  Por otro lado un buen número son venezolanos.  Los primeros en llegar a Panamá hacen algunos años, no se llamaron “migrantes” era inversionistas algunos con intensiones no tan claras, pero traían recursos para buscar un socio local y en su gran mayoría los encontraron.

 

Estos que llegan o tratan de llegar ahora son del mismo país, hablan la misma lengua, tienen la misma fisonomía, pero no tienen nada que ofrecer y automáticamente son aislados y se activan señales de repudio o tenor y empiezan a levantarse gritos de rechazo de manera individual y colectiva.

Con los haitianos sucede algo parecido. Hace ya algunos años, periódicamente llegaban a Tocúmen un grupo numeroso de haitianas para ir directamente a zona libre de Colón y gastar entre 3 a 5 mil dólares en mercancía para llevar a su país <<<<<, eran señoras muy pobres con escaza educación que recogían el dinero de otras buhoneras de peor condición que ellas. Estas Sras. No se alojaban en hoteles así que el aeropuerto le prestaba un depósito y allí, en grupo se alojaban todas y re empacaban su gran carga para su vuelo de regreso. Las autoridades le prestaban atención y le daban hasta seguridad en su trayecto a Colón porque en conjunto era mucho dinero el que traían consigo. Los que entran por Darién, son haitianos del mismo país, pero estos no tienen nada que ofrecer a cambio. Las Sras. Del aeropuerto les llamaban “Las Mamas”, estos son migrantes irregulares y deben ser confinados en campamentos en Darién.

Otro caso en nuestro pasado reciente (por invasión) fue lo ocurrido con la colonia de salvadoreños que Torrijos llevó a Coclesito.  ¿Qué amenaza representaba para el país este grupo de campesinos? (paupérrimos y con poca educación) pero el gobierno de Endara los regresó a sus orígenes, a pesar de que muchos ya habían formado familia con panameños.  No representaban amenaza, pero no tenían nada que ofrecer.  Estaban en situación “aporosica” y fueron objeto de “aporofobia” pura y dura.

 

En los países donde el futbol es un negocio, además de un deporte, se contratan cazadores de talento y buscan jugadores destacados, sean de países diversos, de etnias diversas y lenguas diversas, pero con habilidades sobresalientes, disponibles para ofrecer a diferencia de los que llegan en barcazas inseguras, con solo su vida como equipaje.

 

Volviendo al caso de la catedrática que creó la palabra aporofóbia y que menciona algunas normas y actitudes para frenar o neutralizar esta fobia, olvidó un detalle muy importante.  Se trata del modelo económico que impera en todo el mundo y que es conocido como neoliberalismo.

 

Este sistema más que potenciar la reciprocidad, potencia el consumo a nivel global y además, bajo la premisa de que toda actividad social material o inmaterial debe tener como resultado final un producto que pueda ser cuantificado o sea que tenga valor económico.  Entonces si usted no tiene nada de valor que ofrecer, queda fuera del mercado y por ende está sujeto a ser segregado, discriminado y rechazado por personas o grupos de personas incluso partidos aporofóbicos.