La Visión del Cisne Negro

 

A principio del mes de julio, recordando el nacimiento del insigne poeta, panameño conocido como el “cisne negro”, el grandioso Gaspar Octavio Hernández, me di a la tarea de corroborar la información que recogí en Wikipedia y me fui a la Biblioteca Nacional, donde pude comprobar que la información obtenida con relación a la fecha de nacimiento, estaba errada y que según la partida de nacimiento, el poeta nació el 4 de julio de 1896, así es que la idea de escribir esta nota, antes de la fecha de nacimiento, no pudo ser, pero nunca es tarde para elogiar al insigne bardo.

 

 

Aunque Gaspar Octavio Hernández nació en los finales de la era del romanticismo y entraba de lleno a la era de la industrialización (modernismo) con todas las características de explotación, hacinamiento y miseria que la caracterizó, sus escritos sobre todo, mucha de su poesía, está impregnada de esa fatalidad romántica unidas a su búsqueda de libertad y esa identidad individual que manifiesta en toda su obra. 

 

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Resulta casi irónico que durante el romanticismo en la Europa Occidental, la tuberculosis era la enfermedad que se identificaba con la época y estaba muy presente en la obra de autores como Shakespeare, Goethe o Verdi.  Las damás de la burguesía se ponían polvos de arroz, para semejar palidez y parecerse a las divas de alguna obra de teatro u ópera, que con frecuencia morían de amor y de tisis o “peste blanca”.

 

Para los estratos bajos donde la pobreza, el hacinamiento y la insalubridad reinaban, allá la tuberculosis no se tenía que fingir, allá era real y los pobres morían sin posibilidad de una cura.

 

En Panamá, la historia era similar y Gaspar Octavio fue un vivo ejemplo de ello.  Nació en el arrabal de Santa Ana, de madre soltera que lo convirtió en huérfano a temprana edad. Sólo  alcanzó a estudiar en escuela hasta tercer grado, pero combinaba su trabajo de mandadero y muchos otros, con la lectura, convirtiéndose en un auténtico autodidacta.  A los 11 años participó en su primera manifestación política liderada por el General Domingo Díaz; su primera poesía la publicó cuando tenía 12 años y de allí no paró de escribir, hasta su temprana muerte, ya que el hacinamiento, la pobreza extrema, las condiciones insalubres y el hambre que siempre lo rodeo, fueron condiciones para que adquiriera la peste blanca o mejor dicho “tuberculosis” no por moda que potenciara su inspiración romántica, sino por una cruda realidad que le ofrecía la vida.

 

Aunque casi no hay fotografías del poeta, cuentan los que le conocieron, que era un negro de contextura delgada, de facciones finas y ojos expresivos, con un perfil de príncipe beduino y hablar florido.  Fue orador oficial en numerosas ocasiones; pero hay algo que siempre he admirado de Gaspar Octavio Hernández.  No solo su profundo amor patriótico, sino ese clamor casi premonitorio de advertir lo que amenazaba a la Nación panameña.

 

 

Todo panameño en algún momento ha leído, ha escuchado o ha estudiado la poesía Canto a la Bandera, pero hay otra que en su antología está agrupada en poesías diversas, no tiene nombre específico (mas bien número) y bajo un grupo titulado azul (Esto y Aquello) y escrita en 1915 advertía a los panameños que debían prepararse a defender su terruño, por lo que se abalanzaba sobre nosotros.

 

Solo copiare unas estrofas de esta poesía muy poco conocida o mencionada, pero con gran contenido poético y patriótico.

 

¡Era un enfermo que deliraba con lo azul¡

 

                 -V-

 

¡Oh, mar¡ ¡Oh cielo¡ ¡Oh, montes¡

que destellan con rayos de turquesa

junto a los imposibles horizontes,

adornaos de púrpura: teñíos

con la sangre que viertan nuestros bravos

cual vierten ríos de zafir los ríos.

 

¡Preparaos¡ en sórdida cohorte

ya asoma a nuestra vista

un grupo de los bárbaros del Norte,

enlistando el pendón de la conquista.

 

Así el negro pobre de misericordia, con solo III grado, llegó a ser Jefe de Redacción del Periódico La Estrella de Panamá, donde murió a los 25 años en su oficina y sobre un gran charco de sangre, causado por uno ataque de hemoptisis: Voló el cisne negro hacia el parnaso  un 13 de noviembre de 1918 y allá, rodeado de núbiles ninfas y entre zafirinas nubes, contempla su querido istmo y ve cómo aún se lucha por el pendón al que él le cantara un día.

 

 

Blas Morán.