Saludando a un Juglar

 

Desde mi encierro voluntario leí en un diario, la lamentable noticia de la muerte del juglar Toñito Vargas y de inmediato recordé las coplas de Manrique y en silencio empecé a recitar:

                                    Recuerde el alma dormida

                                    Aviva el seso y despierta

                                       Contemplando

                                    Cómo se pasa la vida

                                    Como se viene la muerte

                                    Tan callando.

 

                                    Cuan presto se va el placer

                                    Cómo después de acordado

                                       Da dolor

                                    Cómo a nuestro parecer

                                    Cualquier tiempo pasado

                                    Fue mejor.

 

Era el año 80 del siglo pasado y yo trabajaba en RENARE como Jefe del área 4 de la Cuenca del Canal, ubicada en Sardinilla de Colón.

En el mes de junio se celebraba en todo el país la semana de los Recursos Naturales y ese año decidimos honrar la memoria de uno de nuestros guardabosques, que había muerto en un accidente finalizando una capacitación en La Yeguada y organizar en esa semana un concurso de cantadera, poniendo como tema “La Cuenca del Canal”.

 

El pequeño grupo de funcionarios que organizábamos el evento, éramos aparte de jóvenes, citadinos y sin ninguna experticia en folclor y menos en cantadera, pero lo que si nos sobraba, era mística y así, me fui a buscar asesoría donde la profesora Dora P.  de Zárate y pedirle que fuera juez en nuestro concurso.  La profesora como buena educadora, me orientó en la organización y nos mencionó posibles candidatos, ya que ella por enfermedad, salía poco de su casa.

Así llegué a conocer a Toñito Vargas y pedirle que fuera uno de nuestros jurados.

Su disposición fue de inmediato, lo único que nos pidió fue que dirigiéramos nota de solicitud a su Jefe y que lo lleváramos al Mirador de la represa Maden, donde habíamos programado realizar el evento.

La convocatoria para este novedoso evento fue tan buena, que llegaron casi todas las autoridades provinciales, colegios públicos y privados de la Ciudad de Colón y la transístmica y de las comunidades de la Cuenca Hidrográfica.

Lo que no contemplamos los organizadores, fue que en el mes de Junio, en la Cuenca del Canal llueve casi todos los días y un evento a cielo abierto es casi imposible.

El fuerte aguacero nos obligó de manera apresurada a cambiar de sitio para un local de la Junta Comunal en San Juan, con serios problemas de espacio.

Lo peor estaba por llegar.  Cuando el jurado formado por Toñito Vargas, Santos Díaz y la Directora Regional de Educación de Colón me llamaron para decirme que la Medalla de Oro no se podía entregar porque el concurso lo declaramos desierto, ya que las cuatro décimas que concursaban “no eran décimas” pues tienen errores de métrica, sintaxis,rima y no sé cuántas otras cosas

Después de tanto esfuerzo, tantas visitas, tanta promoción y guardar la medalla para otra ocasión; pero es lo que determinaron los jueces y así fue.

Seguido a esto, me llama Toñito Vargas y me dice: Ingeniero, yo sé que usted me invitó para ser Juez de una cantadera pero yo realicé todo mis ejercicios y preparé mi garganta, porque quería cantar y resulta que no voy a cantar.  Busque mi maletín y de el saque una página con una dedicatoria que decía para Blas Morán y sus muchachos y en ella mi amigo Chico Changmarín me había compuesto una décima dedicada al evento que realizaríamos.

Toñito, esbozó una sonrisa y me dice: Mire Ingeniero, esta si es una décima y empezó a darme una clase sobre los versos, sílabas, rimas y fue mi primer encuentro con la décima, tutorial dirigido por Toñito Vargas.

Como colofón de la velada, Toñito cantó la décima de Chico Changmarín y de una vez se armó la cantadera, ya que luego siguió Santos Díaz, el mejoranero y acompañantes y una velada que se perfilaba como un rotundo fracaso, pasó a la historia de RENARE, como el primer concurso de cantadera con verso para el medio ambiente y la conservación que se realizó en todo el país; después se popularizó en las diferentes provincias y casi que se hizo norma ese evento para cerrar lo que después fue el mes de los Recursos Naturales.

La orientación que Toñito Vargas me brindó, contribuyó a mejorar notablemente estos concursos los años siguientes y aún conservo la décima que me compuso Chico Changmarin y que el único que la ha cantado fue Toñito Vargas.

De esta cantadera nacieron varios compositores que no sabían que tenían el don de componer versos y ese día lo descubrieron.

Donde suene una mejoranera, habrá cantadera y donde haya cantadera, estarás tú.

HASTA SIEMPRE JUGLAR.

Ing. Blas Morán

Hombres de Todos Colores

Desde hace varios meses se asomaban a mi memoria, pasajes inconexos y sentía el deseo de compartirlos, pero no lograba hilvanarlos en una idea concreta.

Hoy desde mi encierro en Cabuya tomo la pluma e intento hacerlo, para ver qué sale.

Corrían los años felices de mi niñez y mi mundo era Cabuya.  Era basto e inmenso, con tantas cosas que hacer, que no quedaba tiempo para el aburrimiento.  En compañía de mi amigo “Mister” y otros chicos más, recorríamos el río a lo largo y ancho explorando, pescando y conquistando cada tramo de ese, nuestro mundo.

Los veranos de vacaciones escolares eran pletóricos de gratas experiencias, aunque algunas dejaran una que otra magulladura y así llegaban las lluvias y el invierno, ya que por más sequía que haya, jamás un año tendrá dos veranos.  Cada uno es parte de un nuevo año y los niños también van sumando años y nosotros no éramos la excepción.  Con los años crecieron las responsabilidades y cada uno tomó el camino que el destino, la sociedad y las circunstancias le ofrecieron.  Yo me fui a continuar estudios a la ciudad y mi amigo “Mister” terminó primaria y tomó lo que le ofrece el campo a la gente sin recursos.  Un tulo con agua y un machete.

Los años corrieron como discurren las páginas de un libro que uno revisa sin leer y un 13 de junio nos volvimos a encontrar y con la alegría de dos amigos que se encuentran, me brindó sin opción de negarme, un trago de seco y me contó su nueva actividad.

Se había logrado colocar de ayudante de pasa barco y ya tenía más de un año de trabajar en el Canal.

Me alegre tanto por mi amigo, pero cuando caminaba hacia mi casa se asomó el egoísmo de la tecnocracia y pensé: Que injusticia, yo estudio 5 años de universidad y una de post grado y ocupo un cargo de Director de Departamento en la Reforma Agraria y mi amigo “Mister” con sexto grado gana bastante más que yo.  Esto no es justo.

Este planteamiento que es muy común en técnicos recién graduados y burócratas de profesión ya lo habían explicado desde los tiempos de Marx y la Revolución Francesa y a mí me tomó por lo menos un año entenderlo.

“Mister” como siempre lo llamé ya que siempre le conocí ese apodo y nunca me preocupó de donde le salió; trabajaba en turnos variados por lo que no nos veíamos con frecuencia, pero si lo veía partir hacia la interamericana o venir de ella cuando regresaba del trabajo.  Así un día tras otro, con los soles de marzo o las lluvias de octubre; en las madrugadas o en el atardecer.  Sin día de cumpleaños, ni navidad, ni carnavales; sin recibir reportes por ausencias o tardanzas y como él, cientos de otros hombres.

Como dice Silvio Rodríguez, hombres de poca niñez y apurada vejez, hombres, solamente hombres de todos los colores, pero que la espesa neblina, el inclemente sol, las fuertes lluvias y las madrugadas, los fueron destiñendo hasta hacerlos transparentes; tanto, que con la modernidad y la tecnología desaparecerán y con su prematura vejez y un caminar pausado, cederán su espacio a la inteligencia artificial en las nuevas esclusas y en las próximas que ya se diseñan dando además, una explicación debida de la diferencia entre el trabajo  intelectual y el trabajo manual y la plusvalía que mencionaba Marx.

Sobre la piel curtida y las madrugadas de cuántos hombres se erigen las nuevas esclusas de un canal para el mundo?   Se podrá estimar alguna cifra, mientras en la soledad de alguna plaza o bajo un árbol de mango, un antiguo obrero moja sus recuerdos en una “pacha” de seco, esperando tal vez su última madrugada en un siglo del que ya no son parte.