Hombres de Todos Colores

Desde hace varios meses se asomaban a mi memoria, pasajes inconexos y sentía el deseo de compartirlos, pero no lograba hilvanarlos en una idea concreta.

Hoy desde mi encierro en Cabuya tomo la pluma e intento hacerlo, para ver qué sale.

Corrían los años felices de mi niñez y mi mundo era Cabuya.  Era basto e inmenso, con tantas cosas que hacer, que no quedaba tiempo para el aburrimiento.  En compañía de mi amigo “Mister” y otros chicos más, recorríamos el río a lo largo y ancho explorando, pescando y conquistando cada tramo de ese, nuestro mundo.

Los veranos de vacaciones escolares eran pletóricos de gratas experiencias, aunque algunas dejaran una que otra magulladura y así llegaban las lluvias y el invierno, ya que por más sequía que haya, jamás un año tendrá dos veranos.  Cada uno es parte de un nuevo año y los niños también van sumando años y nosotros no éramos la excepción.  Con los años crecieron las responsabilidades y cada uno tomó el camino que el destino, la sociedad y las circunstancias le ofrecieron.  Yo me fui a continuar estudios a la ciudad y mi amigo “Mister” terminó primaria y tomó lo que le ofrece el campo a la gente sin recursos.  Un tulo con agua y un machete.

Los años corrieron como discurren las páginas de un libro que uno revisa sin leer y un 13 de junio nos volvimos a encontrar y con la alegría de dos amigos que se encuentran, me brindó sin opción de negarme, un trago de seco y me contó su nueva actividad.

Se había logrado colocar de ayudante de pasa barco y ya tenía más de un año de trabajar en el Canal.

Me alegre tanto por mi amigo, pero cuando caminaba hacia mi casa se asomó el egoísmo de la tecnocracia y pensé: Que injusticia, yo estudio 5 años de universidad y una de post grado y ocupo un cargo de Director de Departamento en la Reforma Agraria y mi amigo “Mister” con sexto grado gana bastante más que yo.  Esto no es justo.

Este planteamiento que es muy común en técnicos recién graduados y burócratas de profesión ya lo habían explicado desde los tiempos de Marx y la Revolución Francesa y a mí me tomó por lo menos un año entenderlo.

“Mister” como siempre lo llamé ya que siempre le conocí ese apodo y nunca me preocupó de donde le salió; trabajaba en turnos variados por lo que no nos veíamos con frecuencia, pero si lo veía partir hacia la interamericana o venir de ella cuando regresaba del trabajo.  Así un día tras otro, con los soles de marzo o las lluvias de octubre; en las madrugadas o en el atardecer.  Sin día de cumpleaños, ni navidad, ni carnavales; sin recibir reportes por ausencias o tardanzas y como él, cientos de otros hombres.

Como dice Silvio Rodríguez, hombres de poca niñez y apurada vejez, hombres, solamente hombres de todos los colores, pero que la espesa neblina, el inclemente sol, las fuertes lluvias y las madrugadas, los fueron destiñendo hasta hacerlos transparentes; tanto, que con la modernidad y la tecnología desaparecerán y con su prematura vejez y un caminar pausado, cederán su espacio a la inteligencia artificial en las nuevas esclusas y en las próximas que ya se diseñan dando además, una explicación debida de la diferencia entre el trabajo  intelectual y el trabajo manual y la plusvalía que mencionaba Marx.

Sobre la piel curtida y las madrugadas de cuántos hombres se erigen las nuevas esclusas de un canal para el mundo?   Se podrá estimar alguna cifra, mientras en la soledad de alguna plaza o bajo un árbol de mango, un antiguo obrero moja sus recuerdos en una “pacha” de seco, esperando tal vez su última madrugada en un siglo del que ya no son parte.

2 comentarios
  1. Edgar Murillo
    Edgar Murillo Dice:

    Me parece muy bueno el relato ingeniero de su relación de amistad con el Mister. Si esperaba con mucho entusiasmo que el relato continuara porque me pareció interesantísimo como lo iba relatando. Muy bueno. Se nota una gran mejoría como escritor

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  2. Armando Diez
    Armando Diez Dice:

    Una mezcla de diversos elementos desde lo cultural, laboral, anécdotas.
    Muy enriquecedor el pensar que tiene el entorno y el acceso a las oportunidades y de como el sistema moldea a la manera que necesita las demandas globales.
    Gracias por compartir el pensar y hace llevarnos a la reflexión colectiva. Viva Cabuya.

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