De Donde Vinieron los Babillos

Cuando me toca cita con el oftalmólogo, parte del tiempo lo utilizamos para charlar de distintos temas ya que el doctor tiene finca ubicada parte en el corregimiento de Cabuya con parcelas de teca y cría de ganado de alta genética.

 

En una ocasión me dijo a manera de pregunta: ¿Entonces “tú eres de los babillos?”  Rápido y veloz le conteste, vaya a que lo lama un sapo, que los babillos son de allá arriba, yo vivo en el corazón del pueblo.  Ambos nos reimos y me comentó el Dr-; es que a mí me invitaron en dos ocasiones al “Festival de los Babillos” que se celebraba bajo grandes árboles de mango; y buenas cervezas me tomé allí.  De ese incidente hacen ya tres años y desde entonces quedé intrigado, por qué y de dónde salió el nombre de los babillos, casi que para referirse a un grupo familiar.

 

Los pueblos son muy dados a ponerle apodos a las personas, en parte porque los nombres se repetían mucho, ya que salían del mismo santoral eclesiástico; esto no ocurría con los apodos, pero el apodo siempre obedecía a algún parecido, localidad o incidente relacionado con el nominado.

Ya cuando yo crecí, en el pueblo, si noté que los varones mayores de esa familia se molestaban porque les dijeran babillos y como la mayoría eran varones y fajadores en galleras, nunca faltaba una escaramuza o pelea a causa del apelativo.

 

El tiempo transcurrió y empecé a investigar con los mayores, para que me dijeran “de dónde vinieron los babillos, pero cada persona tenía una historia diferente, así que con la mayor naturalidad me fui al tronco, corriendo el riesgo de recibir como respuesta mínima, una grosería.

 

La pregunta a Félix Babillo y le expliqué que quería escribir algo al respecto y gustoso me dijo: llegaste con el indicado, yo te voy a contar de dónde vienen los babillos.

 

Yo tenía algo más de ocho años y vivía con mi abuelo Bucho.  Yo dormía en un cuero, en el jorón del rancho de mi abuelo; Felipe, pero yo era un muchacho muy tremendo y abuelo Bucho tenía una tajona y todas las semanas me daba una cuera por alguna trastada que hacía o participaba.  A veces hasta me laceraba las piernas, pero mientras yo me sobaba, ya estaba pensando en la próxima travesura.

 

Una vez me castigó y yo me fui para el río a pasar la cuera por allá y cuando llegué al charco conocido como de los lagartos, había unos babillos asoleándose y rápidamente tomé el biombo y le asesté una pedrada en toda la cabeza a uno.  Los animales se tiraron al charco y se hundieron y no supe más de ellos.

 

Al día siguiente yo regresé a bañarme al mismo charco y lo que encontré fue un babillo flotando en las aguas, estaba muerto.

¿Qué se me ocurrió?  Amarrarlo por la cabeza con una soga, atarlo al caballo y llevarlo hasta el pueblo, armando una algarabía con los perros que salían a perseguir el cadáver. 

 

Mi viaje lo terminé cuando se los tiré a un grupo de hombres que, reunidos se tomaban algunos tragos.  Entre los reunido se encontraba el difunto Córdoba que acababa de llegar de Panamá en su carro y se le ocurre amarrar el animal muerto, pero para pasearlo por todo el pueblo y nadie dijo que fue Córdoba, sino que fue Félix y me pusieron “Felix Babillo”.  Esto me costó otra cuera de mi abuelo Bucho.

 

La historia continuó con el “babillo”tanto que la muchachada del pueblo le cargaron a mis tíos, diciéndoles que ellos también eran babillos; esto fue motivo de varias peleas, hasta que mi tío Ñojo le dio la vuelta a la cosa y organizó el Primer Festival de los Babillos y se hacían bailes, peleas de gallos, comida y era toda una fiesta.  Esta fiesta se realizó hasta que mi tío murió.  Así que Felipe, ya sabes de dónde salieron “los Babillos”.

 

Aunque parezca trivial, este testimonio, muchos como este, son los que van cimentando el tejido social de los pueblos y dando forma a su fisonomía y su identidad.

 

Yo me motivé a investigar un poco más, cuando escuché a mi pariente Manolo Alvarez Cedeño comentar por radio sobre el Festival de los Babillos, al que el asistió una vez.  Lamentable es que ya se suspendiera y más lamentable es que los propios babillos ya desaparecieran de nuestras quebradas y del propio río de Chame, causado por la avaricia del hombre, la negligencia gubernamental y la ignorancia colectiva que ha deforestado todas las cuencas, reducido los caudales de las fuentes de agua y han alterado completamente los ecosistemas en todo el distrito que hoy por hoy es la joya ecológica de Panamá Oeste.

 

Finalizo agradeciéndole mucho a el gran” Féli Babillo”, porque yo fui por una información y salí con dos: Los Babillos y los entierros de los querubines que ya les comenté en otro escrito; dos valiosos testimonios de ese Cabuya que mira fijamente al futuro, pero con firmes raíces en un brillante pasado que sus habitantes valoran y conservan.  Muchas Gracias.

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