El Mafá

Más panameños que el mafá, es un término que últimamente se escucha con frecuencia.

Lo cierto es que el mafá, esa pequeña golosina fue traído al istmo entre muchas otras cosas por los chinos y poco a poco se fue posesionando de un sitio en la preferencia de los niños y luego en los adultos.

Ya no existe generación de panameños que no hayan conocido el mafá en sus años de infante.

Esa pequeña trenza hecha de harina y frita en manteca de puerco hasta tostarse, era un bocadillo preferido por los chiquillos en el recreo y a la salida de la escuela.  Su precio? En mis años de estudiante costaban 2 x 5 ctvs. Y se podía comprar una sola trencita, o sea medio real.

Con el tiempo ya no solo eran los chinos los que los fabricaban, sino panameños comerciantes y se empezaron a freír en aceite vegetal y aparecieron marcas de mafá, algunos buenos, otros no tanto; pero el sabor original se fue perdiendo y el precio fue aumentando.

Yo recuerdo que en Penonomé había un señor que había trabajado por muchos años con un chino haciendo mafá y al retirarse a su provincia natal, puso su negocio y vendía en el mercado público.  Debo decir que eran los mafá con el sabor más parecido a los producidos inicialmente.

Hace ya algunos años que por más que los he buscado, no los he vuelto a ver, sin embargo, ahora el mafá se vende hasta en los semáforos, pero a precios que puede pasar del dólar el sobrecito.

La calidad y el sabor varía tanto como el precio, pero lo cierto es que no hay nacional que no lo haya probado y taxista que no lo haya comprado en los semáforos.

Yo tenía un amigo colombiano que cada vez que lo iba a visitar, me pedía que le llevara mafá porque le agradaba mucho para acompañar su café.

Ahora que está de moda la gastronomía panameña me complació mucho hace una semana, que un chef preparara una ensalada y la coronara con crocantes trocitos de mafá, que les parece?

Miren lo que ha escalado la golosina que yo compraba a medio.  Ahora acompaña platos gourmet, impregnándole su identidad y que se pueda decir que es un plato tan panameño como el mafá.

Y Llegó la Navidad

Diciembre siempre ha sido un mes cargado de fiestas, jolgorios y muchos excesos, pero también es un mes de reflexiones, análisis y propósitos de vida.Este 2020 no será una excepción, pero será o debe ser diferente. Las fiestas y el jolgorio deben ceder el espacio a la meditación, a la reflexión y a los propósitos serios.

 Es que el momento te lleva a eso; seas del grupo social o religioso que seas.Vayamos a los tiempos primigenios de la humanidad y recordemos que de los varios grupos de homínidos que existieron, fueron los homo sapiens los que lograron sobrevivir y poblar la tierra; y su fortaleza estuvo no en la fuerza corporal, sino en actuar en comunidad y para ello aprendió a comunicarse y crear historias y pasarlas a sus respectivas progenies, mucho antes de inventar la escritura.Fue así como se formaron comunidades, grupos diversos y cada uno con sus propias reglas de convivencias, de aútógobierno, de saĺud o incluso de reĺigión y fígense ustedes que comunidades religiosas o con religión, a la larga siempre se impusieron a grupos que aunque más fuertes corporalmente, no contaban con reglas definidas, tanto sociaĺes como religiosas.Cada comunidad fue fortaleciendo sus reglas y creando su cosmovisión y basando sus preceptos religiosos    en  diferentes  sucesos,  agentes  o idearios  ya fueran:  los elementos,  los astros, animales del medio o  seres sobrenaturales; lo importante es que por muy diversa o diferente que fueran las religiones todas se regían por normas que se parecían y se parecen en muchas cosas y que buscan al final la convivencia del homo sapiens y la armonía con su medio.

No es tampoco extraño que se acuerde mayoritariamente un calendario q rija y guíe a la comunidad mundial con fechas q establezcan motivos de relevancia para cada comunidad.ES innegable la influencia q tiene la luna en los fenómenos climáticos de la tierra, dando lugar a un calendario lunar que lo hacen coincidir con el calendario greģoriano que es el que conoce casi todo el mundo.Sea cualquier calendario y cualquiera de las religiones reconocidas en la actualidad tienen festividades importantes en el mes de diciembre, que invitan al recogimiento, la meditación y a departir con la familia aĺ concluir estas.Hecha esta aclaración, tengo dos anécdotas que quiero compartir con ustedes.En Alemania conocí  a un gran amigo de mi hijo, de nacionalidad turca ý que se confesaba ateo; él  y su familia, pero en su casa, en una repisa tenía un retrato de Ataturt (Ataturt fue un militar turco, conocido como el padre de la Turquía moderna y entre sus medidas fue la separación de la religión islámica del papel del Estado) y a uno y otro lado de este retrato tenía una estampa del mismo tamaño del Corazón de María y otra del Corazón de Jesús.   Desde luego que le pregunté por esa rareza y me contestó: Todos ayudan; los tres ayudan.Volcan, como es su nombre, se venía a Panamá a pasar la navidad y regresaba a Stuttgart a celebrar el año nuevo.

La segunda anécdota es sobre una gran amiga, nacionalizada panameña, de origen hindostán y profesa la religión hinduista; pero tiene muchos años que luego de celebrar su navidad, que también la llaman así, ella celebra la navidad católica a su manera.Ella pone nacimiento pero este año que lo conocí, me di cuenta Que es un nacimiento muy “ecléctico” por decir algo. En vez de cielo tiene una gran bandeja de lapislázuli que compro en Turquía.El pesebre en sí son personajes aborígenes de los andes peruanos con ovejas pero también vicuñas; atrás se asoma un tigre de bengala y frente al portal la insignia de Ganesh y como novedad este año está llegando un chino al pesebre con los reyes magos. Todos los años nuestra amiga arregla su pesebre con el mismo entusiasmo y esmero que arregla su sala   para una festividad religiosa que tienen cercana al día de la madre. Los budistas también celebran una fiesta en estos meses.

Volviendo a la idea del principio, Puede ser la religión que sea, monoteísta, politeísta, animista o la que sea, pero todos tienen algo en común. Tienen fé y eßa fé la desbordan o por lo menos tratan de resaltarla en este mes.Estés donde estés, con el clima que te toque en ese lugar, el ambiente te envuelve y te invita a meditar y a sentir que parte de esa gran comunidad de homo sapiens que ha llegado hasta aquí porque creyó en algo y sobre todo en sus congéneres. Esperan cosas diferentes y probablemente mejores, pero que solo lo lograremos como comunidad.   Como en los viejos tiempos Feliz Navidad, donde quiera que estés.

 

Blas Felipe Morán

Hay un Supermercado en el Semáforo

Después de una larga ausencia, aproveché la apertura para ir a la ciudad y realizar varias diligencias.  Casi se me había olvidado manejar con tráfico denso, pero como todo, uno vuelve a acostumbrarse.

Conducía con mucha calma, tratando de llenar mi memoria con el paisaje citadino y escudriñar en todas las calles, qué cosa nueva apareció durante este tiempo.

Así llegué hasta el semáforo del Dorado, donde me tocó hacer alto.  En poquitos minutos pasaron por mi carro dos sillas de ruedas, un minusválido a pie, tres vendedores de diferentes legumbres y el resto no alcanzó a llegar, porque cambió la luz.

Como una película pasaron por mi mente los versos de la poetisa Consuelo Thomas, cantados por Rubén Blades, que decían “Hay un supermercado en el semáforo; para todo lo que usted quiera comprar”.  “Lo único que usted tiene, es que parar”.  Y va describiendo poéticamente todas las ofertas desde una rosa ya casi marchita, hasta plátanos, verduras , pan y si su carro está limpio, con gusto se lo pueden ensuciar y por allí sigue.

Yo creo que ahora no hay supermercado; hay mega mercado y como la tecnología se impone incluso sobre la pandemia, ya el mercado se lo llevan a su barriada en vehículo y con altavoces; casi que en caravana desde las 6:00 a.m. hasta las 6:00 p.m. su techo vibrará al ritmo de “vecina, tenemos los plátano verde, la yuca, el verdadero chorizo de puerco, pan colombiano, mecedoras, gallinas vivas y además le compramos su lavadora vieja y toda su chatarra. Si no tiene, le podemos alquilar una.

Usted solo consuma y compre que el impuesto a la pandemia (léase miseria) hay que pagar; eso es lo justo.

Volviendo al semáforo; según comentarios escuchados antes, cada vendedor tenía su historia y también su record; ahora me contaron que todos los del sector en donde yo estaba, pertenecían a un solo lugar de un sector bastante distante del Dorado, mientras en una esquina se derrite un letrero que dice “Todos somos Panamá” y no deja de ser cierto, pero no todos somos iguales, a unos la pandemia les duele más que a otros.

La inequidad que nos ha caracterizado desde la formación de la República, la pandemia la multiplicó por tres y el supermercado pasó a ser mega mercado y eso no es emprendimiento, eso es supervivencia y recuerda, Todos somos Panamá y como dice la poetisa: El impuesto a la miseria hay que pagar.  “Eso es justo”.

Una de cal y una de arena; deseo a continuación compartirles mi experiencia al ir a Merca-Panamá.

Para los que como yo, visitábamos con frecuencia aquel mercado de abastos en Curundú, aún recordamos la odisea para conseguir un mal estacionamiento y luego sortear lodazales y charcos para de manera apretujada, comprar vegetales amontonados desde el piso, revuelto los dañados, verdes y maduros y qué hablar de los olores; era una mezcla de aroma de frituras, sopas recién hechas. Orine y vegetales podridos: cómo olvidarlos, y con esa asquerosa realidad, te mezclabas con chef de todas las categorías, profesores y alumnos de gastronomía, conociendo los vegetales, chinos regateando precios.  Hasta motines hubo por el cierre de ese lugar.

Comprar en Merca Panamá representó un cambio de la noche al dia.  Amplios y numerosos estacionamientos, higiene, mucha higiene, espacios para caminar y recorrer los bien presentados puestos de ventas, en donde algunos le reciben tarjeta clave; pero, siempre hay un pero: como hay muchos estacionamientos y amplias calles para que circulen los autos, ahora los chinitos, los revendedores y las señoras con sus empleadas quieren hacer mercado desde los autos y usted debe esperar tras una cola de 3 pick up y 4 autos, regateando las piñas o las sandías, amén de los plátanos y las naranjas, así queda evidente el juega vivo de los panameños. Desde el punto de vista de los productores, que están bajando su carga desde las 3 de la madrugada y necesariamente se enlodaran todos; los constructores se olvidaron de ellos y no hay baños ni lugar para asearse. En otros países estos baños los administran asociaciones de discapacitados y se cobra una cuota por el uso.

Les cuento otro aspecto para que lo tomen muy en cuenta.  Merca Panamá lo componen creo que 4 ó 5 galerones igualitos y lo único que los diferencia es el nombre que tienen enfrente.Las puertas de entrada y salida están alineadas una frente a otra.  Caminar adentro es tan cómodo que se le facilita pasar de un galerón a otro con mucha facilidad, el problema está en que si no recuerdas cuántas galeras has visitado o cuál fue la puerta por donde entraste, se te confunde el lugar donde estacionaste el auto; y aquí empiezan los problemas.  A mí me ha ocurrido dos veces y eso que me precio de tener un buen sentido de orientación.

Caminé con mi carga para arriba y para abajo y nada.  Fui donde el seguridad y le dije que me habían robado el auto y le mostré el lugar donde yo decía que lo había dejado.

Tengo que resaltar con mayúsculas que el seguridad con mucha decencia y atención me pidió que me calmara y que le informara los pormenores de mi vehículo y el lugar donde se suponía lo había estacionado, pero además dio un vistazo a mis compras y llamó a otro compañero por el “walkie talkie” después de algunos minutos lo llamaron de vuelta y me pidió que fuera al otro galerón para ver si allá estaba mi auto y en efecto, allá estaba.  La vergüenza no me permitió ni regresar a darle las gracias al atento seguridad y me contaban que esto ocurre con alguna frecuencia.

Lo cierto es que con todo y lo contado, es una grata experiencia comprar en Merca y la semana pasada fui y la sorpresa fue todavía más grata ya que los puestos de vegetales parecían un jardín de frescura yl deslumbrantes colores.  Esto es un sinónimo de que nuestro campo está produciendo y que cerca de 40% de nuestra población está laborando y generando recursos que se quedan en Panamá.

¿Se imagina usted qué pasaría si estuviéramos en manos de los comerciantes e importadores como los últimos 20 años y una pandemia para completar?

Quien conoce un poco de economía, sabe que el sector primario le da cabida a 40% de nuestra población y si esta población no obtiene recursos trabajando el campo y vendiendo su producción, no se quedan allá y emigran a las ciudades formando los San Miguelito, Vista Alegre y Arraiján, con todo lo que eso conlleva.

Acertada decisión el apoyar a los productores nuestros, sobre todo en tiempo de pandemia.  Apoya al productor, visita Merca Panamá y admira la variedad de vegetales, mientras otros trabajan para reducir el supermercado del semáforo y como dice otro poeta (este, guatemalteco) “Vámonos patria a caminar, yo te acompaño”.

Ing. Blas Morán

Un Viaje Excitante

 

viaje exitante

Hace ya algún tiempo conversaba sobre un cuento infantil escrito por un alemán conocido como Janosch y casi desde 1930 en que fue escrito, sirvió de referencia a todos los niños de Europa occidental en la escuela primaria.

El cuento en mención se llama “Qué Bonito es Panamá” y cuenta la historia de dos amigos: un oso y un tigre que encuentran una caja vacía de bananos, cuyo origen era Panamá.  El aroma de esa caja los cautivó tanto, que decidieron emprender el viaje para ir a vivir en Panamá.  Este sería un viaje cautivador para llegar a un país cautivador y salieron en busca de su objetivo y preguntando a todos los otros animales por la dirección del país de sus sueños.

Así van encontrando a varios animales con los que interactúan y aprenden cosas nuevas que van engrandeciendo sus conocimientos y acervo cultural.  La búsqueda continuó hasta que un cuervo les indicó la dirección en que deberían caminar para llegar a Panamá; caminaron en esa dirección hasta que encontraron una estaca con un rótulo que decía Panamá y se sintieron tan contentos y exclamaron ¡Oh, qué bonito es Panamá! Y se sintieron tan bien y empezaron a poner en práctica mucho de lo que habían aprendido con todos los amigos que habían conocido en su travesía y no se dieron cuenta de que habían llegado al mismo punto de donde habían salido y de ello se origina mucho de las enseñanzas de este original cuento que le mereció premios y reconocimientos al autor.

Por qué les comparto este cuento? Bueno, porque de alguna forma establecí una especie de comparación o parangón con este cuento por una aventura en la que participé y que de alguna forma deseo compartirla con ustedes.

Resulta que a finales del año pasado convencieron a seis ratoncitos de bodega, de hacer un viaje asombroso a un lugar llamado Transilvania y conocer muchos castillos medievales, entre ellos el Gran Castillo del Conde Vlad, mejor conocido como Drácula.

 

Los seis ratones partirían de Panamá, llegaríamos a Alemania y de Frank Furt seguiríamos por tierra, atravesaríamos este país luego a Praga, hasta llegar a Rumanía en donde se encuentra Transilvania.  Un viaje “excitante” hasta llegar a un lugar “excitante”.

Fueron muchas las experiencias, las realidades geográficas y los aprendizajes de este fabuloso viaje.  Lo primero fue entender que aunque los “ratoncitos” éramos casi que coetáneos y teníamos millas recorridas en viajes, cada uno tenía una motivación distinta e incluso observábamos cosas diferentes en cada uno de los lugares visitados y esto enriquecía aún más cualquiera explicación sobre un mismo sitio.

Nuestra primera parada en Frank Furt estuvo llena de experiencias y vivencias de todo tipo.  La primera expectativa en el grupo era diversa.  En mi caso yo planteaba que cada vez que llego a Alemania mi deseo es comerme una buena salchicha y una cerveza bien fría.  Otro compañero iba tras de semillas de plantas que pudiera recoger y traer, el profesor se interesaba por los monumentos y plazas, otra buscaba golosinas y dulces que hubieran quedado de las fiestas de hallowen.

Salimos a caminar hasta llegar a un puesto de suvenir y fuimos más que nada a investigar precios y por la conversación nos encontramos con un grupo familiar que también hacían compras.

Effendic muy atentamente les dice: también hablan español, de donde son ustedes.  El papá (supongo) se adelantó a contestar; somos de Alemania.  Yo me sonreí y pensé, “con la cara de “andígena” (léase: indio de los Andes) ya me convenciste que eres alemán”.  La señora esbozando una sonrisa nerviosa ripostó, somos de Perú y de dónde son ustedes? De Panamá, contesta el compañero, a lo que el señor riposta, ah de Panamá son tan pequeños que caben 6 veces en nuestro país.  Si le dice Effendic, pero para que los encontraran a ustedes tuvieron que salir de allá.  El señor quedó atónito, sin una respuesta oportuna y no le quedó otra que decir, “bueno si”.

La tarde transcurrió y cada uno de los ratoncitos se dedicó a buscar las cosas de su interés, entre ellas muestras de diferentes calabazos (zapallos) de colores y formas vistosas que nos obligó a revisar literatura sobre el tema, pese a que la auyama del mundo es originaria de América, igual que la papa o el tomate.

Praga al igual que Viena, son ciudades de ensueño o fantasía y sus moradores están conscientes de ello, que la cuidan como una joya.  La preocupación por la cultura es tan grande, que toda persona que vaya leyendo un libro en el metro está exento de pagar pasaje.

A medida que el tiempo discurría cada viajero se maravillaba de algo de interés como era la vistosidad y variedad de los adoquines de las calles, cuya confección se notaba que eran de muchos lustros, pero con mucho mantenimiento.  Cada calle, plaza o pasillo es una obra de arte.  La arquitectura de las casas en cada pueblito variaba según el origen de sus pobladores húngaros, nórdicos, sajones, etc.  y qué hablar de las iglesias que cada pueblo tenía, contando a veces hasta tres en un pueblito; una católica, otra ortodoxa y otra luterana.  Eran pequeñitas pero de una belleza asombrosa.

Se trata de pueblos con una carga histórica de sufrimiento y trabajo tan grande, que en muchos aspectos la globalización mundial aún no las tocan, pero allí están porque lo que si han aprendido es a sobrevivir al tiempo, a las invasiones, al hombre, a las enfermedades y allí están.

En más de una ocasión escuché a la profesora que nos acompañaba decir: y recordarán cuántos cierres de calle y huelgas se han dado y se dan en Panamá por situaciones como esta, pero son iguales? Analicemos.

Por mi parte, a mí me impacto tremendamente la situación socio-política de Transilvania y de Rumania en general, por qué? Porque en toda Europa y fuera de ella se dice que es el país más pobre, los menos preparados y los que más emigran de toda la Unión Europea.

Comparto con ustedes mi corta y excitante vivencia.

El grupo y su guía llegamos a la ciudad de Hunedoara y de allí viajaríamos por tierra a los diferentes puntos que visitaríamos. 

Debo recordarles que Rumania que es el país donde queda Transilvania pertenecía a la URSS hasta la disolución de la misma.  En el mundo se peleaban el dominio dos sistemas económicos; en el socialista donde la planificación de la economía la establecía el Estado y el capitalismo, donde la economía la crea y orienta el libre mercado.

En tal sentido Rumania recibía de los diferentes países de la Unión, materia prima sobre todo metálicas para transformarlos en maquinarias y equipos.

Hunedoara es una ciudad del tamaño de David, pero mejor trazada, con amplias y rectas calles, todas asfaltadas, hermosas plazas con vistosos jardines que cambian de plantas según la estación, hoteles bonitos, cómodos pero no lujosos (máximo 4 estrellas) y un transporte público funcional.

Las vivienda eran compuestas en su mayoría por complejos multifamiliares de tres y cuatro pisos, muy bien ordenados y casi en toda la periferia de la ciudad, enormes complejos de fábricas de distintas naturalezas y servida por una gran red de ferrocarriles.  Esta ciudad contaba entonces con 700,000 habitantes, todos obreros y suplída de todos los servicios a esta numerosa población, garantizada por el Estado.

Más de dos generaciones nacieron y crecieron aquí con la seguridad modesta de casa, familia, estudios, salud y trabajo y sus hijos tendrían esos mismos derechos de manera muy modesta pero segura.

Así era todo hasta que un buen día la URSS se desintegra y las repúblicas de la Unión se van separando una a una.  Así Rumania vuelve a ser República independiente, pero sin la tutela ni el apoyo de Rusia y con un vecino como la Europa convertida en unión pujante y próspera.

Cegados por el brillo de esa Comunidad Europea deciden solicitar el ingreso a ella.  El proceso se da, pero esto no es como comprar un juguete de matel donde los accesorios se venden por separado.  Si cambias de modelo económico, cambias el modelo “paternalista-comunitario” por un modelo de “libre comercio” y no le iban a abrir espacio: ocupara solo los que quedan.

En tal sentido, la educación es bastante buena, pero no te asegura un puesto de trabajo al concluir estudios; la seguridad social, si ahorraste será buena pero si no te conformarás con la salud pública; la próspera Europa ya contaba con fabricas más modernas, minas y altos hornos cercanos a los centros de aprovechamiento asi que en las ciudades como Humedoara con todas sus fábricas entraron al libre comercio y fueron adquiridas por grandes consorcios, pero no para mejorarlas, sino para cerrarlas y conservar la tierra en espera de otra buena oportunidad.

Resultado: miles de obreros quedaron desempleados, los jubilados con una seguridad social muy limitada y la ciudad pasó de contar con 700,000 habitantes a tener 70,000 con muchos viejos, porque los jóvenes se fueron a otros países a trabajar de lo que sea para enviarle algo a los viejos.

De manera muy resumida les estoy describiendo el drama de toda Rumania y para cambiar ahora a otra actividad como el turismo, va a llevar una o dos generaciones.  El potencial se ve halagüeño pero en el ínterin, la llevan muy dura.

Si a todo lo narrado le sumamos el arrastre histórico de todas las naciones o grupos raciales que han incidido en Rumania desde el imperio otomano hasta nuestros días, el caleidoscopio cultural es muy complicado.

Es por estas tierras que los seis ratoncitos que un día salieron de Panamá para recorrer una región excitante estábamos conociendo de manera vivencial; los valores culturales, la gastronomía, la historia, las miserias y sufrimientos de ese pueblo ancestral.  A todo esto recuerdo el llamado de la profesora cuando decía: Miren esto y valoren lo que tenemos en nuestro país.

En realidad fue “excitante” la experiencia de conocer minas de sal del tiempo de los romanos, cuevas del tamaño de catedrales, castillos milenarios, pueblos y un largo etcétera, pero todo tiene un fin y así nuestro viaje llegó a su fin y los seis ratoncitos retornamos a nuestra cueva, cada uno con una dolencia causada por la edad y el trajín e igual que el cuento alemán, todos pudimos exclamar: en alemán, Oh, wie schon ist Panamá- Oh que bonito es Panamá.

P:D: En entregas posteriores les contare de las muchas experiencias agradables e inolvidables que tuvimos a lo largo de nuestro excitante viaje.

Ing. BLAS MORÁN

Paragüitas de Sapo, Comida de Césares

Paragüitas de Sapo, Comida de Césares

Es sorprendente todo lo que podemos encontrar en un pequeño huerto de  16.0  m2.

Como ya les conté, es un huerto totalmente orgánico y en un aparte de un metro por dos, lo dedico a mezclar todos los desperdicios orgánicos de la cocina, cenizas del fogón, estiércol de un caballo, hojas, aserrín de madera, etc.  Desde el inicio del mes de julio a este mes de septiembre, ya tengo casi en su etapa final un equivalente a 4 carretillas de abono orgánico para la próxima siembra y el resto para el jardín.

Pero lo que deseo compartirles es que hasta hace una semana ya he contabilizado ocho hongos distintos (paragüitas de sapo) que han crecido en el huerto “covid” algunos en solitario, otros en pequeñas colonias; unos muy blancos, otros de colores vistosos.  Algunos eran tan grandes, que ya quisieran los “Portobelo” tener ese tamaño.

Mirando la variedad y el aspecto de todos los “paragüitas de sapo” que han crecido en un área tan pequeña, me ponía a pensar: cuántos de estos hongos pueden ser comestibles y los dejamos perder por ignorancia, tanto científica como culinaria, pero yo, probar uno aunque sea “PISTOLA”.

Si yo tuviera que escoger la materia que más aborrecía con seguridad, sería fitopatología.

Mi profesor fue el Dr. Vong Chong (el viejo) y el primer trabajo que nos puso, fue hacer un fichero de una enfermedad fungosa importante que el asignaba a cada estudiante; al concluir la clase fue anotando qué enfermedad le había asignado a cada uno y me preguntó; Morán, usted tiene ojos de gallo y yo contesté ¡si!.  Ojos de gallo se llama una enfermedad fungosa que le da a los árboles de café en el follaje y esta pregunta me costó una vaciladera durante todo el semestre, entonces mi relación con los hongos no ha sido muy buena, hasta que aprendí a comerlos.

Un poquito de historia.  La micofagia o el comer hongos lo practicaron grupos humanos desde la prehistoria.  Las primeras evidencias son de China y en Chile se han encontrado evidencias arqueológicas de hasta 13000 años.  Casi siempre eran parte de la dieta de reyes, burgueses, caciques y chamanes.

Los césares tenían catadores que comían los hongos antes que ellos, para saber que no serían envenenados ya que estos, eran utilizados como venenos.  Según la FAO un millar de especies de hongos son consumidas con frecuencia.  Lo cierto también es que desde mucho tiempo, existen grupos humanos micófagos (comen hongos) y otros grupos humanos micófobos (aborrecen los hongos) y grupos considerados como intermedios.

En América se dice que Méjico hasta Guatemala son micófagos; Nicaragua y Costa Rica son intermedios y Panamá y el Caribe con algunos países de Suramérica son considerados micófobos.  Pese a esta clasificación, la UNACHI ha realizado varios estudios sobre algunos hongos de Panamá; y miren la comparación que hacen de dos de los hongos colectados en Chiriquí y la Comarca.

                                               K/cal./100g                 Proteína                      Grasa             

  1. pulmonarias 335.84                          32.82                         3.05    
  2. djamor 299.25   43.07                         1.98

Frijol soya                               416                               28.95                         3.03

Cerdo asado                           260                             27.63                           15.76

Res asada                               291                             26.42                           19.71

Pollo asado                             151                             36.49                           19.94

(INCAP-2007)

Como bien se pueden dar cuenta, los hongos son ricos en proteínas, pero muy bajos en grasa y por lo demás, son muy sabrosos en distintos platos.

En internet encontré un artículo-tutorial con el título “Cómo Conocer y Consumir los Hongos Comestibles”; el escrito constaba de diez puntos.  Para mi sorpresa, 9 se referían a las cualidades de los hongos, sus colores y cómo crecían y el punto 10 decía claramente “hágase acompañar de un técnico conocedor de hongos”. Que mal chiste.

Pienso que eso es justamente lo que ha ocurrido y por ello somos un país “micófobo” porque de qué nos sirve a la comunidad saber que de las 38000 especies de hongos que hay en Panamá, la mayoría son comestibles, si no nos dicen cuáles son.  Yo he aprendido a comer hongos, pero soy incapaz de tomar una canasta y salir al bosque a colectar “paragüitas de sapo” para comer, como se hace en temporadas en toda Europa.

Tratar de inducir a comunidades indígenas en el cultivo de hongos para suplir a un mercado casi inexistente, es un craso error de extensión y de orientación económica; si usted le brinda un plato con hongos variados a cualquier persona del común de la sociedad panameña, de antemano sabe que le van a responder, aunque hoy día existen en Panamá más consumidores de hongos, champiñones o setas, que hace diez años, pero solo consumen hongos de origen europeo o chino.

En los supermercados, ya sea de cadenas o del barrio chino, podemos encontrar una listita (por temporadas) entre los que sobresalen: los tradicionales champiñones, los portobellos de origen francés, los porcini, boletus de origen italiano, los shitakes, enokis de origen japonés y una variedad de otros que solo se nombran como hongos chinos.

Si usted todavía no consume hongos, atrévase poco a poco y verá que los paragüitas de sapo son deliciosos, además de nutritivos.

Los otros, los que no les he mencionado, ni lo intente, ya que eso está como la vacuna contra el covid, hay que esperar que los técnicos nos los traigan a las tiendas con trazabilidad y validación científica para poder consumirlos antes; solo fotos.

Blas Morán

El Mamón o Mamoncillo

 

Ya estamos a mediados de julio, en plena pandemia y aún en Cabuya la cosecha de mango y aguacate está llegando a su fin, pero recién está empezando otra fruta.  Que bondadosa es la madre natura.

Hoy compartiremos información sobre el mamón o mamoncillo, que es el nombre más generalizado para la Melicocus Bijugatus Jacq.  Este nombre reemplaza al que le había dado Linneo al clasificarla y obliga a ser muy cuidadoso a la hora de nombrar a la ligera una especie sin constatarlo.

Debo aclarar que este es el segundo escrito sobre este tema, ya que les cuento que el anterior, yo lo nombraba como de “trivial”, por tratarse de una fruta casi intrascendente, pero al comentárselo a mi amigo Chepe de Medellín, me envío de vuelta sus referencias de diferentes países donde se estudió el mamoncillo o mamón, casi que en todas sus formas y descubrió la gran ignorancia que yo tenía sobre esta interesante fruta. 

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Aunque no está claro de qué parte de América tropical es originaria; las primeras crónicas de los españoles la mencionan en la Orinoquia venezolana, donde los indígenas la llamaban “maco“ u otros nombres derivados de esta. 

Los mejicanos se apropian de ella y asumen que es oriunda de Chiapas, pero lo cierto es que los únicos que la llaman huaya o guaya, son ellos y que dicho nombre es un vocablo “náhuatl”.

En Venezuela está reportado desde finales del siglo XVIII y estoy seguro de que igual que yo, no sabían que el uso que entonces se le daba al “maco” era:

  1. Su densa fronda de hojas permanentes y sombra fresca ubicada al lado de las casas.

Castellano y Ortal mencionaban lo siguiente: “árboles de hermosas proporciones cuyas hojas jamás se ven mudadas”.

“Arboles opacos cuyas hojas jamás vienen a menos que en aquellas provincias llaman macos”.

  1. Sus semillas se comían tostadas o molidas para preparar una “suerte de pan”
  2. Para utilizar la pulpa y consumirla directamente o preparar un licor.

De Venezuela pasó a las Antillas menores a mediados del siglo XIX y de allí se disemina con el nombre de mamón o mamoncillo, que es un vocablo “taíno” Y desde entonces, tanto en centro como en sur América se le conoce con ese nombre, salvo muy raras excepciones de índoles locales.

Para mí sorpresa, esta frutita un tanto insignificante, está más estudiada que el “coronavirus”, y sus propiedades van desde medicinales, inmunológicas, contra bacterias y virus, desintoxicar los riñones y antiparasitaria.  La fruta es importante fuente de vitaminas (complejo B, vitamina C, etc.) incluso las hojas y corteza se utilizan para ahuyentar murciélagos.  La madera es muy liviana y flexible, por lo que es utilizada para ebanistería liviana y “armaduras” de montura.  Como leña no es de buena calidad, por el humo que desprende.

Como dato curioso, se anota como riesgos (pensé que se referirían a contraindicaciones de consumo) que debido a lo alto y liso de la corteza, el escalador corre riesgos de caídas y si se habla al momento de comer las frutas, se le puede desliza4r y atragantar con riesgos de asfixia.

Lo cierto es que en Centro, Suramérica y el Caribe hispano se le llama mamón o mamoncillo, varios sones cubanos lo mencionan repetidas veces como “la frutas del Caney”.  Aquí en Panamá desde mi perspectiva es un frutal sin mayor trascendencia, aunque hay personas capaces de sentarse a ver televisión y chuparse todo un paquete de mamones, pero encontrarse con un racimo de frutillas agridulces y con una pulpa capaz de sacarte una úlcera en el cielo de la boca, antes de desprenderse de la semilla, es agotador,

Otra cosa, que me llama la atención es lo siguiente: Yo crecí cerca de grandes árboles de mamón, que se cargaban hasta el suelo de racimos de frutas que toda la chiquillada del pueblo no alcanzaban a comerse.  Nunca ni en el campo ni en la ciudad escuché, que un niño se ahogara con una pepita de mamón y mucho menos que muriera asfixiado, cosa que de unos años para acá ocurre eventualmente, al punto de que las autoridades médicas sugieren a los padres no permitir que los niños consuman esta fruta o lo hagan en presencia de adultos.

Me pregunto: Será que los niños ahora son más tontos o mojigatos que se acuestan a ver tele y chupar mamones?

Cuando estaba en la escuela primaria, mi tía era maestra en el Centro Manuel Amador Guerrero de el Chorrillo y me llevaba a fin de año para que viera la “exposición de manualidades y preparaciones de Educación para el Hogar, que era costumbre realizar al final de curso.

Siempre me atrajeron las conservas de mamones pelados en frascos de vidrio, por lo apetitosos que se veían, con su parecido a chirimoyas chinas.  Hoy día pensar que en la escuela los niños preparen conservas es impensable, a lo sumo verás la bolsa de mamón con sal, que te venden las dominicanas en la calle.

Yo les prometo, que de esta temporada no pasará, que yo me dé a la tarea de tostar semillas de mamón y contarles a qué saben; por otro lado, los únicos mamones que yo me atrevo a comprar, porque no he podido pegar un árbol, son dos árboles ubicados uno en la parte de arriba del pueblo y otro en la última casa camino hacia el río.

Estos frutos son de forma ovoides, son muy dulces y con una pulpa que se suelta sola.  Una delicia, ojalá los probaran, pero con cuidado, no se vayan a atragantar.

Saludos…

Ing. Blas Morán.

Saludando a un Juglar

 

Desde mi encierro voluntario leí en un diario, la lamentable noticia de la muerte del juglar Toñito Vargas y de inmediato recordé las coplas de Manrique y en silencio empecé a recitar:

                                    Recuerde el alma dormida

                                    Aviva el seso y despierta

                                       Contemplando

                                    Cómo se pasa la vida

                                    Como se viene la muerte

                                    Tan callando.

 

                                    Cuan presto se va el placer

                                    Cómo después de acordado

                                       Da dolor

                                    Cómo a nuestro parecer

                                    Cualquier tiempo pasado

                                    Fue mejor.

 

Era el año 80 del siglo pasado y yo trabajaba en RENARE como Jefe del área 4 de la Cuenca del Canal, ubicada en Sardinilla de Colón.

En el mes de junio se celebraba en todo el país la semana de los Recursos Naturales y ese año decidimos honrar la memoria de uno de nuestros guardabosques, que había muerto en un accidente finalizando una capacitación en La Yeguada y organizar en esa semana un concurso de cantadera, poniendo como tema “La Cuenca del Canal”.

 

El pequeño grupo de funcionarios que organizábamos el evento, éramos aparte de jóvenes, citadinos y sin ninguna experticia en folclor y menos en cantadera, pero lo que si nos sobraba, era mística y así, me fui a buscar asesoría donde la profesora Dora P.  de Zárate y pedirle que fuera juez en nuestro concurso.  La profesora como buena educadora, me orientó en la organización y nos mencionó posibles candidatos, ya que ella por enfermedad, salía poco de su casa.

Así llegué a conocer a Toñito Vargas y pedirle que fuera uno de nuestros jurados.

Su disposición fue de inmediato, lo único que nos pidió fue que dirigiéramos nota de solicitud a su Jefe y que lo lleváramos al Mirador de la represa Maden, donde habíamos programado realizar el evento.

La convocatoria para este novedoso evento fue tan buena, que llegaron casi todas las autoridades provinciales, colegios públicos y privados de la Ciudad de Colón y la transístmica y de las comunidades de la Cuenca Hidrográfica.

Lo que no contemplamos los organizadores, fue que en el mes de Junio, en la Cuenca del Canal llueve casi todos los días y un evento a cielo abierto es casi imposible.

El fuerte aguacero nos obligó de manera apresurada a cambiar de sitio para un local de la Junta Comunal en San Juan, con serios problemas de espacio.

Lo peor estaba por llegar.  Cuando el jurado formado por Toñito Vargas, Santos Díaz y la Directora Regional de Educación de Colón me llamaron para decirme que la Medalla de Oro no se podía entregar porque el concurso lo declaramos desierto, ya que las cuatro décimas que concursaban “no eran décimas” pues tienen errores de métrica, sintaxis,rima y no sé cuántas otras cosas

Después de tanto esfuerzo, tantas visitas, tanta promoción y guardar la medalla para otra ocasión; pero es lo que determinaron los jueces y así fue.

Seguido a esto, me llama Toñito Vargas y me dice: Ingeniero, yo sé que usted me invitó para ser Juez de una cantadera pero yo realicé todo mis ejercicios y preparé mi garganta, porque quería cantar y resulta que no voy a cantar.  Busque mi maletín y de el saque una página con una dedicatoria que decía para Blas Morán y sus muchachos y en ella mi amigo Chico Changmarín me había compuesto una décima dedicada al evento que realizaríamos.

Toñito, esbozó una sonrisa y me dice: Mire Ingeniero, esta si es una décima y empezó a darme una clase sobre los versos, sílabas, rimas y fue mi primer encuentro con la décima, tutorial dirigido por Toñito Vargas.

Como colofón de la velada, Toñito cantó la décima de Chico Changmarín y de una vez se armó la cantadera, ya que luego siguió Santos Díaz, el mejoranero y acompañantes y una velada que se perfilaba como un rotundo fracaso, pasó a la historia de RENARE, como el primer concurso de cantadera con verso para el medio ambiente y la conservación que se realizó en todo el país; después se popularizó en las diferentes provincias y casi que se hizo norma ese evento para cerrar lo que después fue el mes de los Recursos Naturales.

La orientación que Toñito Vargas me brindó, contribuyó a mejorar notablemente estos concursos los años siguientes y aún conservo la décima que me compuso Chico Changmarin y que el único que la ha cantado fue Toñito Vargas.

De esta cantadera nacieron varios compositores que no sabían que tenían el don de componer versos y ese día lo descubrieron.

Donde suene una mejoranera, habrá cantadera y donde haya cantadera, estarás tú.

HASTA SIEMPRE JUGLAR.

Ing. Blas Morán

Hombres de Todos Colores

Desde hace varios meses se asomaban a mi memoria, pasajes inconexos y sentía el deseo de compartirlos, pero no lograba hilvanarlos en una idea concreta.

Hoy desde mi encierro en Cabuya tomo la pluma e intento hacerlo, para ver qué sale.

Corrían los años felices de mi niñez y mi mundo era Cabuya.  Era basto e inmenso, con tantas cosas que hacer, que no quedaba tiempo para el aburrimiento.  En compañía de mi amigo “Mister” y otros chicos más, recorríamos el río a lo largo y ancho explorando, pescando y conquistando cada tramo de ese, nuestro mundo.

Los veranos de vacaciones escolares eran pletóricos de gratas experiencias, aunque algunas dejaran una que otra magulladura y así llegaban las lluvias y el invierno, ya que por más sequía que haya, jamás un año tendrá dos veranos.  Cada uno es parte de un nuevo año y los niños también van sumando años y nosotros no éramos la excepción.  Con los años crecieron las responsabilidades y cada uno tomó el camino que el destino, la sociedad y las circunstancias le ofrecieron.  Yo me fui a continuar estudios a la ciudad y mi amigo “Mister” terminó primaria y tomó lo que le ofrece el campo a la gente sin recursos.  Un tulo con agua y un machete.

Los años corrieron como discurren las páginas de un libro que uno revisa sin leer y un 13 de junio nos volvimos a encontrar y con la alegría de dos amigos que se encuentran, me brindó sin opción de negarme, un trago de seco y me contó su nueva actividad.

Se había logrado colocar de ayudante de pasa barco y ya tenía más de un año de trabajar en el Canal.

Me alegre tanto por mi amigo, pero cuando caminaba hacia mi casa se asomó el egoísmo de la tecnocracia y pensé: Que injusticia, yo estudio 5 años de universidad y una de post grado y ocupo un cargo de Director de Departamento en la Reforma Agraria y mi amigo “Mister” con sexto grado gana bastante más que yo.  Esto no es justo.

Este planteamiento que es muy común en técnicos recién graduados y burócratas de profesión ya lo habían explicado desde los tiempos de Marx y la Revolución Francesa y a mí me tomó por lo menos un año entenderlo.

“Mister” como siempre lo llamé ya que siempre le conocí ese apodo y nunca me preocupó de donde le salió; trabajaba en turnos variados por lo que no nos veíamos con frecuencia, pero si lo veía partir hacia la interamericana o venir de ella cuando regresaba del trabajo.  Así un día tras otro, con los soles de marzo o las lluvias de octubre; en las madrugadas o en el atardecer.  Sin día de cumpleaños, ni navidad, ni carnavales; sin recibir reportes por ausencias o tardanzas y como él, cientos de otros hombres.

Como dice Silvio Rodríguez, hombres de poca niñez y apurada vejez, hombres, solamente hombres de todos los colores, pero que la espesa neblina, el inclemente sol, las fuertes lluvias y las madrugadas, los fueron destiñendo hasta hacerlos transparentes; tanto, que con la modernidad y la tecnología desaparecerán y con su prematura vejez y un caminar pausado, cederán su espacio a la inteligencia artificial en las nuevas esclusas y en las próximas que ya se diseñan dando además, una explicación debida de la diferencia entre el trabajo  intelectual y el trabajo manual y la plusvalía que mencionaba Marx.

Sobre la piel curtida y las madrugadas de cuántos hombres se erigen las nuevas esclusas de un canal para el mundo?   Se podrá estimar alguna cifra, mientras en la soledad de alguna plaza o bajo un árbol de mango, un antiguo obrero moja sus recuerdos en una “pacha” de seco, esperando tal vez su última madrugada en un siglo del que ya no son parte.

La pandemia nos Desnuda. 

                                                               

Son numerosos los escritos que resaltan los impactos pre, durante y post covid que está experimentando la humanidad.  De la misma manera serán numerosos los libros y películas que ya se están produciendo sobre el tema; hasta un vallenato acabo de escuchar.

Pero es que cuando colocas a un Homo sapiens frente a un fenómeno inesperado, desconocido y violento como este virus, pone a prueba toda la experiencia vivida y acumulada y con ella, la educación recibida con todo el patrón de valores personales y comunitarios, que cada individuo atesora a lo largo de su existencia.

El covid-19 ha puesto tanto a personas, como a grupos y comunidades, a dar muestras de solidaridad no vista antes; pero también ha sacado lo más mezquino y ruin del ser humano y lo ha puesto al descubierto.

Hoy deseo compartir con ustedes, dos casos que me han remecido la conciencia.

Recién empezó la pandemia y aun en América se contaban muy pocos casos; China muy responsablemente sacó del país una treintena de estudiantes panameños que quedaron varados en ese país.

Estos estudiantes pasaron una cuarentena, no solo antes de salir de China, sino en todos los lugares donde hicieron escala antes de llegar a Panamá.

Cumpliendo normas internacionales debían cumplir una cuarentena al llegar a su país y el gobierno dispuso que se alojaran en el Colegio de Pacora, ya que los colegios estaban cerrados.  Solo serían catorce días para que luego cada uno fuera a sus respectivas casas.

Grupos de la comunidad se opusieron y cerraron la entrada al Colegio, pidiendo que se los llevaran lejos de allí.  Me llamó la atención un grupo de señoras de la parroquia de esa comunidad, que comentaba que “ellos rezarían por todos esos estudiantes, pero que se los llevarán lejos”.  Me vino a la memoria el proverbio chino que dice: “Gastan tanto tiempo en hacer el bien, que no les queda tiempo para ser buenos”.

De eso ya pasaron varios meses y los estudiantes estarán en sus respectivos hogares, mientras que en Pacora, todo el grupo, incluyendo a las señoras que pidieron que sacaran a los estudiantes del colegio, estarán confinados cada uno en su casa, ya que Pacora está entre los corregimientos con alto número de casos positivos y que no vinieron de China sino son locales, llevados por sus familiares y vecinos.  Pacora cuenta hasta hoy un acumulado de 1400 casos positivos y hoy 7 de julio tuvo 29 casos positivos en un solo día.

El otro caso es en Cabuya, mi pueblo.  Aquí se cuenta con un Subcentro de Salud, atendido por una auxiliar, que hace las veces de enfermera, doctor, trabajadora social, etc, etc., atiende en el Centro, pero me ha tocado ver cómo la buscan a su casa en días festivos, de noche y a cualquier hora, para atender infantes, adultos mayores en sus casas o acompañarlos a San Carlos o Chorrera.  Durante esta emergencia, todo este personal está expuesto y el riesgo de contagio es alto.

En una de las tantas campañas que realizan en el distrito, varios miembros del equipo de salud fueron contagiados del covid-19, entre ellos, la auxiliar del Subcentro de Salud de Cabuya y a consecuencia de ello, un grupo afortunadamente pequeño de moradores, armaron un “aquelarre” contra la funcionaria y poco faltó para pedir una “hoguera”.

La ignorancia es atrevida y si se salpica de malas intenciones, puede llegarse a acciones que bordean la iniquidad.

Yo no tengo la menor duda de que la funcionaria saldrá bien librada de esta terrible experiencia lo más pronto posible y regresará al sub-centro de salud a atender la cantidad de niños que allí llegan para luego salir a buscar las medicinas de todos los adultos mayores, para que no se expongan, incluyendo los familiares de los que ahora querían desterrarla.   Solo resta desearle pronta recuperación y agradecer su comprensión, solidaridad y dedicación que así se hace patria.

Actitudes como las presentadas se han repetido a lo largo y ancho de los continentes y no solo a nivel de personas, sino de países, en contra de otros más débiles y si a ello le sumamos la corrupción en todos los niveles, también a nivel de país nos daremos cuenta, que esta pandemia nos ha desnudado a todos y expuesto al sol lo bueno, lo malo y lo feo que llevamos adentro.

Ni las iglesias se han escapado de este virus con corona.

Cuanto Resuelve un Huerto

Ya en otros escritos resaltábamos la necesidad de educar a nuestros adultos mayores, para administrar el ocio y la importancia de esto en la salud individual y colectiva o sea, la salud pública. De pronto hoy, nos cae un encierro forzado y en donde los septuagenarios para arriba, están entre los grupos más vulnerables y encuentran difícil de llevar esta cuarentena.

Los varones, si no salen a conversar al parque, avenida y jugar dominó, no hay más opciones, ya que la tele es un poderoso somnífero que resta sueño para el de la noche, que ya de por sí es reducido.

Las mujeres que sepan coser y/o tejer, son tan pocas, que a los sumo ocuparán el tiempo en cocinar, ya que como no enseñaron a los hijos a hacerlo, hoy día les toca cocinar para los nietos.

La lectura, no es una opción para ninguno, salvo que sea el libro de sueños o la pirámide.  Dos niños se comentaban: qué le vas a regalar a tu mamá para el día de la madre?  No sé qué me sugieres?  Regálale un libro.  No, ya ella tiene uno.

En los archivos de las tantas pestes, guerras y pandemias que han azotado a Europa y que todas han sido seguidas de un período de hambruna, un paliativo siempre ha sido el huerto casero.  Se dice que la papa salvó del hambre a Europa, porque la gente la cultivaba en su patio, incluso en maceteros.  Desde hace ya varios años, los gobiernos locales en Alemania, están invirtiendo dinero y esfuerzos en promover los huertos caseros, hasta en multifamiliares y el objetivo principal era dar laborterapia a la gran cantidad de adultos mayores y cortar el sedentarismo y la ansiedad por la soledad.  Siempre se puede empezar y por qué no ahora que estamos en casa con lo que siempre decías que no tenías; tiempo.

La gran mayoría de la población panameña es de extracción campesina y mal o bien sabe poner una semilla en la tierra o en un pote o macetero y hasta en mucho de los gueto de hacinamiento, hay pequeños espacios de tierra sin ningún uso; pero es preferible cerrar una calle para pedir que “el gobierno” venga a limpiar los lotes porque en verano lo prenden o simplemente los utilizan como vertederos de basura.

Por qué no utilizar este tiempo de ocio para hacer un huerto en nuestra casa y con muy poco gasto, pero un poco de esfuerzo personal y la ayuda de los niños durante la mañana.  Qué sembrar?  Lo que se consume diariamente y se pueda utilizar, incluso la misma semilla de los productos comprados como el ají, tomate, cebollina, culantro, espinaca, maíz seco.  Estas para empezar, cuando ya adquiera más destreza, incursionara con semillas de habichuelas, frijoles, lechugas variadas, perejil y otras, compradas en sobrecitos.

Atrévase a empezarlo y le puedo asegurar, que cuando sus plantas empiecen a crecer, ya no las va a abandonar y estará pendiente de ellas y qué decir cuando le empiecen a dar frutas, hojas o productos; con qué satisfacción los utilizará y se lo contará a todos sus comensales.

Un huerto se puede hacer en macetas si usted vive en un apartamento y en nuestro medio se está poniendo de moda, sobre todo en hombres que viven solos y que están incursionando en el arte de la gastronomía.

Pareciera que son más que las mujeres o por lo menos lo publicitan más en las redes, donde orgullosamente presentan todas las finas hierbas que cultivan, entre otros vegetales.

“No se aburra”, ocupe su tiempo de cuarentena y construya un huerto casero del tamaño que sea y cuando todo pase, por lo menos le dejará una actividad constructiva y productiva en qué invertir su valioso tiempo.

Les recuerdo algo: Homo sapiens era cazador recolector y dio un salto cualitativo en la historia de la humanidad cuando se hizo agricultor. Y fueron precisamente las hembras la que promovieron ese cambio. Construya su huerto.

Ing. BLAS MORÁN