Valorando la Vegetación
Si viajamos por la carretera hacia Darién o pretendemos llegar a Tortí que es la comunidad más oriental de la provincia de Panamá, vamos a encontrar la comunidad de Guacuco.
El paisaje que resalta aparte del caserío existente se puede describir de la siguiente manera: A mano izquierda una gran planicie con suelos bastante fértiles, que se extienden hasta tocar con el río Chucunaque o algunos de sus afluentes y a la mano derecha, la misma planicie aunque más corta y sobre todo, menos ancha, ya que colinda con una pequeña cordillera que corre paralela a la carretera. De esta pequeña cordillera deseo conversarles.
La primera parte está completamente deforestada ya que al igual que la planicie, fue desmontada y sembrada de pasto, lo que fue parte del “progreso” que traería la construcción de la carretera. La otra parte permanece con bosque secundario y sobresale el verdor de la floresta y las nubes que allí se posan al condensarse el agua que se evapora.
En esta pequeña cordillera existen los nacimientos de las únicas fuentes de agua del lugar, que dicho sea de paso, son muy escasas.
Es aquí en una parte del área boscosa donde se encuentran la toma de agua de un acueducto rural que abastece a gran parte de la comunidad, la otra parte está en la zona de corredor de conservación de las plantaciones de la empresa Ecotopía.
En verano la parte deforestada arde al punto de que el humo impide el paso de los vehículos por la carretera, pese a todas las prohibiciones que se le ocurra poner a Mi Ambiente.
Al iniciar la temporada de lluvias del presente año, me solicitaron realizar una valoración ambiental de la parte boscosa y para ello se establecieron unas parcelas de medición y evaluación, parecidas a las que se establecen en los inventarios forestales.
Lo interesante de este ejercicio fue que la parcela más pequeña donde se cuenta y mide toda la regeneración de plantas del año, con diámetros menores a una pulgada, no había nada; pero los árboles que caían en este rango, todos tenían alturas mayores a 5 metros y todos eran especies de maderas duras.
La explicación es sencilla; la regeneración es muy escasa porque la luz solar ya no entra o entra muy poco hasta el suelo, aparte de que el suelo tiene una buena capa de hojarascas en proceso de descomposición y los arbolitos que se encuentran, son de cinco a más años y están creciendo para buscar la luz solar y serán los árboles de primer dosel y las maderas finas del futuro.
Dos aspectos interesantes que notamos fueron:Primero, las fuentes de agua o riachuelos, pese a que el invierno ya había empezado, el agua corría y se mantenía cristalina o sea que el suelo no se arrastraba con las lluvias, porque había buena cobertura. Otra cosa fue que se escucharon cerca el aullido de los monos, signo de que la fauna retornó al área y no solo monos, sino que encontramos un ave familia del quetzal y cuyo avistamiento es muy difícil y allí la vimos en su nido a escasos 5 metros de distancia; la fotografiamos y no se espantó.
Esta reserva puede tener entre 25 y 30 años que no se tala y miren el estado de resiliencia en que se encuentra. Yo le pedía a la Universidad Regional, que se desarrollaran investigaciones para medir por lo menos, el caudal de las quebradas en esta parte y en la parte deforestada que incluso se secan en el verano y en los años de fenómeno del niño la situación es realmente crítica.
Espero que con la nueva Ley de Incentivos a la Conservación Forestal, la investigación tome más importancia que ahora, no solo por la propia Universidad, sino por el propio país que lo está reclamando. Pareciera que la ciencia paso a un lugar secundario hasta en la universidad.
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