El Mamón o Mamoncillo

 

Ya estamos a mediados de julio, en plena pandemia y aún en Cabuya la cosecha de mango y aguacate está llegando a su fin, pero recién está empezando otra fruta.  Que bondadosa es la madre natura.

Hoy compartiremos información sobre el mamón o mamoncillo, que es el nombre más generalizado para la Melicocus Bijugatus Jacq.  Este nombre reemplaza al que le había dado Linneo al clasificarla y obliga a ser muy cuidadoso a la hora de nombrar a la ligera una especie sin constatarlo.

Debo aclarar que este es el segundo escrito sobre este tema, ya que les cuento que el anterior, yo lo nombraba como de “trivial”, por tratarse de una fruta casi intrascendente, pero al comentárselo a mi amigo Chepe de Medellín, me envío de vuelta sus referencias de diferentes países donde se estudió el mamoncillo o mamón, casi que en todas sus formas y descubrió la gran ignorancia que yo tenía sobre esta interesante fruta. 

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Aunque no está claro de qué parte de América tropical es originaria; las primeras crónicas de los españoles la mencionan en la Orinoquia venezolana, donde los indígenas la llamaban “maco“ u otros nombres derivados de esta. 

Los mejicanos se apropian de ella y asumen que es oriunda de Chiapas, pero lo cierto es que los únicos que la llaman huaya o guaya, son ellos y que dicho nombre es un vocablo “náhuatl”.

En Venezuela está reportado desde finales del siglo XVIII y estoy seguro de que igual que yo, no sabían que el uso que entonces se le daba al “maco” era:

  1. Su densa fronda de hojas permanentes y sombra fresca ubicada al lado de las casas.

Castellano y Ortal mencionaban lo siguiente: “árboles de hermosas proporciones cuyas hojas jamás se ven mudadas”.

“Arboles opacos cuyas hojas jamás vienen a menos que en aquellas provincias llaman macos”.

  1. Sus semillas se comían tostadas o molidas para preparar una “suerte de pan”
  2. Para utilizar la pulpa y consumirla directamente o preparar un licor.

De Venezuela pasó a las Antillas menores a mediados del siglo XIX y de allí se disemina con el nombre de mamón o mamoncillo, que es un vocablo “taíno” Y desde entonces, tanto en centro como en sur América se le conoce con ese nombre, salvo muy raras excepciones de índoles locales.

Para mí sorpresa, esta frutita un tanto insignificante, está más estudiada que el “coronavirus”, y sus propiedades van desde medicinales, inmunológicas, contra bacterias y virus, desintoxicar los riñones y antiparasitaria.  La fruta es importante fuente de vitaminas (complejo B, vitamina C, etc.) incluso las hojas y corteza se utilizan para ahuyentar murciélagos.  La madera es muy liviana y flexible, por lo que es utilizada para ebanistería liviana y “armaduras” de montura.  Como leña no es de buena calidad, por el humo que desprende.

Como dato curioso, se anota como riesgos (pensé que se referirían a contraindicaciones de consumo) que debido a lo alto y liso de la corteza, el escalador corre riesgos de caídas y si se habla al momento de comer las frutas, se le puede desliza4r y atragantar con riesgos de asfixia.

Lo cierto es que en Centro, Suramérica y el Caribe hispano se le llama mamón o mamoncillo, varios sones cubanos lo mencionan repetidas veces como “la frutas del Caney”.  Aquí en Panamá desde mi perspectiva es un frutal sin mayor trascendencia, aunque hay personas capaces de sentarse a ver televisión y chuparse todo un paquete de mamones, pero encontrarse con un racimo de frutillas agridulces y con una pulpa capaz de sacarte una úlcera en el cielo de la boca, antes de desprenderse de la semilla, es agotador,

Otra cosa, que me llama la atención es lo siguiente: Yo crecí cerca de grandes árboles de mamón, que se cargaban hasta el suelo de racimos de frutas que toda la chiquillada del pueblo no alcanzaban a comerse.  Nunca ni en el campo ni en la ciudad escuché, que un niño se ahogara con una pepita de mamón y mucho menos que muriera asfixiado, cosa que de unos años para acá ocurre eventualmente, al punto de que las autoridades médicas sugieren a los padres no permitir que los niños consuman esta fruta o lo hagan en presencia de adultos.

Me pregunto: Será que los niños ahora son más tontos o mojigatos que se acuestan a ver tele y chupar mamones?

Cuando estaba en la escuela primaria, mi tía era maestra en el Centro Manuel Amador Guerrero de el Chorrillo y me llevaba a fin de año para que viera la “exposición de manualidades y preparaciones de Educación para el Hogar, que era costumbre realizar al final de curso.

Siempre me atrajeron las conservas de mamones pelados en frascos de vidrio, por lo apetitosos que se veían, con su parecido a chirimoyas chinas.  Hoy día pensar que en la escuela los niños preparen conservas es impensable, a lo sumo verás la bolsa de mamón con sal, que te venden las dominicanas en la calle.

Yo les prometo, que de esta temporada no pasará, que yo me dé a la tarea de tostar semillas de mamón y contarles a qué saben; por otro lado, los únicos mamones que yo me atrevo a comprar, porque no he podido pegar un árbol, son dos árboles ubicados uno en la parte de arriba del pueblo y otro en la última casa camino hacia el río.

Estos frutos son de forma ovoides, son muy dulces y con una pulpa que se suelta sola.  Una delicia, ojalá los probaran, pero con cuidado, no se vayan a atragantar.

Saludos…

Ing. Blas Morán.

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