Los Dos Darién

 

En varias ocasiones les he manifestado el gran aprecio que siento por la provincia de Darién.  Mucho de lo poco que sé de silvicultura, se lo debo a ella y a su gente; y mucho de los buenos momentos que me ha brindado mi profesión los viví en Darién.  Hoy día ese placer lo sigo experimentando a través de mi hija, quien con su esposo poseen y administran plantaciones forestales en Panamá y Darién, desde hace 10 años.

La fecha fue motivo para celebrar con los colaboradores y la comunidad dicho acontecimiento, con un programa de eventos, al que fui invitado.

Mirando todos los asistentes sobre todo los trabajadores de la empresa, me llamó la atención algo muy peculiar.  No habían afrodarienitas entre los trabajadores y corroboré lo que un día me dijeron en Yaviza; existen dos Darién.

El primero: el Darién profundo de bosque espeso, ríos caudalosos, con piel oscura y olor a marisma.

El segundo: el Darién reseco, con carretera, centros comerciales y migraciones, de color castaño con pelo lacio; con olor a estiércol , arroz maduro Y madera sembrada.

Es un Darién que lo dividió el desarrollo tecnológico y una actividad económica como la forestal, que en el primer Darién ya toca a su fin, ya que como toda actividad de minería tiene una principio y un final y aquí se practicó la minería del bosque y como minería deja tras de si, un desastre ambiental rodeado de desastres ecológicos y  pobreza.

Esta era la actividad que desarrollaban casi que exclusivamente los afrodarienitas y casi desde niños, adoptaban como enseñanza y como objetivo, doblegar la naturaleza y arrancarle de las entrañas la madera que produjera dinero en el mercado de Panamá, aún a costa de la misma naturaleza.

Según estudios de la FAO, con la invención de la motosierra, la depredación del bosque tropical se aumentó 20 veces más y el Darién no fue la excepción y se fue acabando. 

La masa de obreros taladores que otrora llenaban las cantinas de Yaviza y La Palma en tiempo de corta en verano, se fueron alejando y no han sido capaces de insertarse en la nueva actividad forestal que sobrevino a la ganadería, que ocupó las tierras saqueadas y abandonadas por la minería de bosque.

El otro Darién es el de las migraciones; el que fue creciendo con la ganadería extensiva que llegó a ocupar igual que Colón, el segundo lugar en cantidad de ganado en el país, pero que era otra actividad que también afectaba el medio ambiente y después de su clímax, empezó a decrecer y encarecerse, haciendo más costosa su sustentabilidad y de 25 años para acá, inicia una nueva actividad forestal.  La silvicultura de plantaciones.

A diferencia del primer Darién, esta actividad requería de grandes inversiones iniciales para sembrar, cultivar y a los 25 años empezar a cortar; fue necesario conseguir inversiones y gestionar una Ley de incentivos.  Al cumplirse 25 años, Panamá ya exportó 5,000 contenedores de madera y apenas empieza.  Volviendo a nuestro tema, fue la tecnología la que hizo posible esta diferencia y en este día de campo quedó demostrado.

Durante el evento se realizó un concurso de derriba de árboles y una vez más, quedó en evidencia la diferencia entre los dos Darién.  Mientras en el primero el árbol en el bosque natural se “tiraba a la maldita sea” en el segundo, el motosierrista es capacitado por un profesional idóneo y armado de equipos y atuendo adecuado; era necesario cumplir con 5 variables controlables por el operador y otra no controlable, pero observable, como lo era el viento.

Para no alargar el cuento, la mayoría de los concursantes eran indígenas de la etnia ngobe, el resto era azuerense.

El ganador con mayor puntaje quedó a nada más que un centímetro del pin de caída y fue un ngobe.

Cómo me hubiera gustado ver entre los asistentes, no solo a profesionales de Mi Ambiente, que nunca han tocado una motosierra, sino estudiantes del INADEH o la Regional Universitaria que cursaran una capacitación en el uso y manejo de la motosierra y derribo de árboles.  Esto es tan necesario, como los cursitos de contabilidad que brinda la Regional.

Esto evitaría en cierta forma la piratería que siempre se da entre empresas por el personal calificado.

Me sorprendió gratamente la destreza y habilidad que han desarrollado los indígenas, no solo para operar la motosierra, sino equipo motorizado especializado para las labores forestales y escuché que el resto de los obreros les hacen bromas llamándoles “choecos” (cholos que se creen suecos).

Este es el segundo Darién; el que actualmente está generando riqueza para la provincia y el país, mientras el primero expulsa personal por falta de alternativas económicas y siguen llegando piratas y corsarios nacionales y extranjeros a destruir lo poco que queda de bosque y a depredar y robar las áreas protegidas.

El primer Darién se puede rescatar y la actual Ley de incentivos lo permite, pero hay que invertir, cuidar y esperar… como en el segundo Darién y volveremos a ver los profundos bosques y los caudalosos ríos y quizás para entonces, los motosierristas habrán desarrollado habilidades y destrezas para derriba científica y ya no veré  al amigo Junito de Yaviza, saltar como zarceta sobre trozas de una balsa, en un Chucunaque desbordado, pero bajando riqueza forestal bien trabajada y Yaviza se alegrará de nuevo.

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