Un Campo de Concentración en Chame
Hace algunas semanas ya, cuando escribía sobre los mangos y su posible ruta de llegada a Cabuya, conversaba bajo el frondoso árbol de mango y lugar de tertulia sobre diferentes temas, salió a relucir el nombre de “La Cabaña”, que era una gran casa de madera y piedras que se localizaba en toda la carretera interamericana, en lo que hoy es la comunidad de Coloncito.
Cuando mencionaron el nombre “La Cabaña”, me dirigí a los más viejos de los asistentes y les pregunte: saben ustedes qué había allí en esa casa? Todos, absolutamente todos, contestaron que no.
El que más conocía dijo: eso lo tenían los gringos, pero allí nadie entraba, ni se veía qué había adentro, yo sé que labraban unas piedras muy bonitas, pero no sé más.
Sabían ustedes que allí funcionaba un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial? Y nadie sabía nada, incluso los menos viejos escucharon en forma un tanto incrédula lo que les decía.
Yo me pregunto: Cómo puede ser que este y otros acontecimientos que atañen a tu distrito en el que naciste y vives y que forman parte de la historia nacional, simplemente se desconozca totalmente?
Me alegró mucho el relato histórico que salió en tele Sur, a raíz del aniversario del fusilamiento de Victoriano Lorenzo; otra parte de nuestra historia que la mayoría desconocemos.
Recordemos que en 1939 empezó la Segunda Guerra Mundial, pero en 1941 se da el ataque de Pearl Harbor (Hawai) por parte de los japoneses, provocando la entrada de Estados Unidos al conflicto. En consecuencia Panamá como “aliada” de Estados Unidos le declara la guerra a Alemania y a Italia (en defensa del Canal). Aparte debe ceder a la Nación del norte más de 100 sitios de control (bases) además de las que ya existían en el área canalera.
Entre esas existía una base aérea en (Chame Field) cuyo mando estaba localizado en la casona conocida como “La Cabaña”.
Estados Unidos además, establecía varias de estas bases como “Centros de Reubicación” para todos los ciudadanos japoneses, alemanes e italianos que residían en el país o eran traídos de otros países de américa, ya que conminó a todos los países a enviar a los nacionales de esos tres países y sus descendientes sobre todo japoneses, para después de su registro embarcarlos a Estados Unidos y luego a sus respectivos países de origen (Chile, Argentina, Paraguay fueron los únicos que no lo hicieron).
La Cabaña era uno de estos sitios y cumplió esta función de campo de concentración, pese a la negativa de Estados Unidos, de llamarla así ya que para ellos eran Centros de Reubicación y asi fue hasta 1947, que gracias a la combativa lucha de la Federación de Estudiantes de Panamá y del Frente Patriótico, se logró poner fin al uso generalizado de casi todo el territorio para fines militares estadounidense.
De los campos de concentración casi no se habló nunca y siempre lo que se comentaba estaba adornado de leyenda urbana de japoneses que estaban tomando fotos con cámaras ocultas en los botones de los abrigos, etc etc.
Yo me enteré de La Cabaña porque cuando me estaba graduando, ya solo tenía la tesis, asi que me matriculé para aprender italiano y el profesor nos contó que estuvo concentrado en La Cabaña y de los despojos que sufrieron algunos japoneses que tenían tantos años de vivir en América, que ni siquiera hablaban o conocían el japonés. Perdieron sus propiedades, cuentas bancarias, trabajos. Solo podían llevar una maleta.
No fue sino hasta el año 1988 que Estados Unidos aceptó ofrecer disculpas públicas por lo ocurrido, pero que “bueno, lo pasado, pasado”.
Volviendo a nuestro patio de Chame, este es un distrito con una gran importancia, no solo ecológica, sino histórica, pero tan atomizada que la erosión histórica viene afectando la identidad cultural del distrito.
Es que con la cultura de “guaro y campana” que predomina, no solo en el distrito sino el país, hablar de historia está fuera de ritmo.
Yo tengo un documento (no quiero llamarlo libro) titulado Chame, Joya Ecológica de Panamá Oeste y lo presenté al Municipio para ver la posibilidad de publicarlo y la respuesta me recordó a la famosa frase de Charles de Gaulle. C´est tres Jolie, mais ce n´est pas la guerre., (es muy bonito, pero no es la guerra).
Por lo pronto para los que lean este artículo y sobre todo si es chamero, ya conocerá que en Coloncito existió un campo de concentración durante la segunda guerra mundial, que nos guste o no, es parte de este distrito y de este país y tenemos el derecho y el deber de conocerla. Esto nos ayudara a contestar las tres grandes preguntas que conforman la identidad de los pueblos. De dónde venimos, donde estamos y hacia dónde vamos.
Excelente!.
La memoria de los pueblos define su futuro.
Estimado escritor, es un gran placer haberme topado con esta historia tan amplia, y con matises de verdad, y aventuras, digna de una buena película, lastima que a las personas al parecer solo le gusta las ( bleed) desenfrenadas de cosas sin sentido. Psare esta corta pero emocionante historia a mis conocidos aver que ocurre
No veo los datos del autor, interesante revelacion