Mujeres de los 500 Años
La pasada semana el Municipio realizó un acto para anunciar la publicación de un libro titulado “Citadinas sin Bambalinas”, donde exaltan el papel de 80 mujeres a lo largo de los 500 años de existencia de la ciudad de Panamá.
La publicación escrita en lenguaje llano y sencillo empieza mencionando desde María Ossa de Amador, hasta nuestros días, personas comunes y corrientes, pero que con su quehacer han impactado en nuestra ciudad, ya sea en las artes, ciencia, cultura, militancia gremial, profesional y diversas actividades.
Desde estas humildes líneas quisiera agradecer el haber incluido a mi prima hermana Diana Morán, entre esas 80 mujeres y reconozco que fue un trabajo arduo, rescatar de la memoria histórica el nombre de tantas mujeres que impregnaron un sello a toda la capa que hoy cubre nuestra ciudad.
Tanto en los grandes momentos como en la cotidianidad, las mujeres han estado presentes, pero ocurre que en los libros de historia y en las crónicas periodísticas han pasado como invisibles.
Todavía pareciera retumbar en la asamblea voces como la de Sara Sotillo o en las emisoras, la voz de Thelma King o simplemente ver a María Carter Pantalones, organizar un tren de niños con patines en navidad; los que vivimos en esta ciudad, aún lo recordamos.
De seguro que si escudriñamos en la memoria colectiva, van a salir más de 80 mujeres, pero sería muy poco práctico hacerlo en un solo libro.
Felicitamos a las autoras; las poetiza Lil María Herrera, Consuelo Tomás y Marta Noemí Noriega por esta magnífica contribución a las festividades de los 500 Años de la ciudad.
Para concluir estos comentarios, quería mencionar también a dos mujeres que no fueron de carne y hueso como estas 80, sino que pertenecieron al imaginario citadino, pero que formaron parte de nuestra identidad nacional.
Una se menciona en los albores de la naciente ciudad y se trata de la mítica Mariana del Monte; una hechicera habitante de Panamá adentro y que defendió a la ciudad en momentos políticos difíciles y sobre la que se tejen numerosos cuentos de su sus hazañas.
La otra es la famosa” Domitila”, que era una gran muñeca de aproximadamente 5 metros de altura, que vestida de pollera, iniciaba los desfiles de carnaval y era conocida por chicos y grandes; pasados varios años, debido al deterioro y me imagino a falta de presupuesto, fue reemplazada por otra Domitila más chica, no tan vistosa, pero igual de alegre. Es bueno recordar estos iconos de la ciudad, y de seguro que los no tan jóvenes recordaran otros. Les dejo de tarea, averiguar por qué se llamaba Domitila.
Por último: compren el libro que es para la Fundación de los 5000 Años. Lo venden en El Hombre de la Mancha.
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