Tertulia de Bollos Chango

 

A finales de noviembre y principios de diciembre está empezando la maduración del maíz para los agricultores que siembran la “segunda coa”, según las cabañuelas y los ciclos de la luna.

 

Este año no ha sido excepción, pese a los cambios climáticos que ya se manifiestan.  Es por ello que se llama maíz de pascua.

 

Este es el tiempo de bollos y tortillas “changas” y en Cabuya, mi pueblo aunque esta tradición se está perdiendo, aún se hace “bolladas” y yo no pierdo la oportunidad de aportar mi cuota de trabajo y recibir mis bollos, que sigo  diciendo, son los mejores que yo he probado en todo el país.  Pero sobre todo, escuchar los comentarios, chismes  y chistes de una “tertulia bollanguera” es una experiencia folclórica, que no tiene precio.

Dependiendo de la labor que usted realiza, estará en un círculo de tertulia y los temas pueden variar de un círculo a otro.  Por casualidad pasé por el círculo de los expertos, sacando los capullos y me detuve a saludar a un viejo amigo y escuché la anécdota que a continuación les comparto.

 

Todo empezó porque les reclamé que nadie me había avisado que se había muerto un conocido; a esto afloró el comentario sobre otros que también habían partido, pese a que eran una familia numerosa de puros hombres, fíjense que hasta R. R. (las iniciales las inventé para no poner nombre) se fue y ahora está en paradero desconocido.

 

¿Cómo es eso? Preguntaron, a lo que respondió el relator: R.R. fue de los primeros en partir, pero recuerden que el ya no vivía en Cabuya y lo trajeron a su pueblo para enterrarlo y yo participé en el trabajo de sellar la bóveda y hasta medio litro de seco le metieron para el viaje. 

 

La esposa al parecer no estaba de acuerdo y esperó los 3 años y sin consulta a los familiares sacó los restos y se los llevó.  Los otros hermanos se enteraron y me mandaron a mí para que constatara el hecho y lo único que encontré en la sepultura fue el medio litro de seco y si lo dejó allí, es porque no lo quería, así que lo tomé y me lo llevé.  Yo no bebo, pero para algo me ha de servir pensé y R R no lo va a venir a buscar.   Fíjense como son las cosas, que la Sra. No duró un mes; le dio un ataque fulminante y murió y ahora R R está en paradero desconocido.

 

Cierto día paso por el parque y encuentro a los “pacheros” exprimiéndose los bolsillos para ver cómo completaban para comprar una pachita de seco.  ¿Les pregunté cuánto tienen? Sólo tenemos B/1.50.  Dámelo y acompáñame, que les voy a resolver el problema.  Les entregué el medio litro de seco y así terminó la historia de R R, hoy en paradero desconocido.

Bueno, la verdad es que él estaba muy bien en su pueblo, pero se dio a la fuga.  La risa y la chacotería continuó unos minutos, hasta que uno de los tertulianos concluyó diciendo: Rubén Blades dice que “la vida te da sorpresas”, pero la muerte también tiene lo suyo.

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