Me Botó la Bruja
Era una mañana de mayo y el invierno ya se había anunciado con algunos aguaceros y las chorotecas o capisucias nos despertaban con su melancólico canto, pero que también avisa que pronto saldrán sus polluelos a volar y por lo tanto tenemos que compartir los nances que ya empezaron a caer.
Enilda con tres compañeras habían programado ir temprano a recoger nances en unos árboles que para tal efecto, ya habían limpiado en el camino que cruza la Quebrada Grande en un lugar conocido como Las Margaritas.
La salida se retrasó porque Juana andaba haciendo un mandado en la tienda de María Singh por la parte de arriba del pueblo.
Bueno, Juana y por qué te demoraste? Le preguntaron las amigas. Es que en la tienda estaba la señora Petra y no permitía que me atendieran antes que a ella. Allá tuve una pequeña discusión por eso, pero vámonos ya, que aquí traigo mis cosas.
Las cuatro amigas salieron como a las 10:00 a.m. rumbo a Las Margaritas a recoger nances.
Todo transcurrió bien, hasta casi la 1:00 p.m. que una de ellas dijo: Bueno, yo ya tengo un galón y el tiempo se está nublando, así que yo creo que mejor nos vamos. Si, dijo Eny y es mejor que crucemos la quebrada antes, no sea que nos ataje.
Las cuatro mujeres salieron de regreso y cruzaron la quebrada rumbo a sus casas. Una de las muchachas dejó en el hueco de un palo de jagua, un cartucho de plástico por si regresaban otro día y siguió a las amigas, que ya se le adelantaban.
Caminaron como 20 minutos y de pronto la que va adelante dice: oigan, yo creo que este no es el camino, pero que raro, yo seguí la misma dirección por donde vinimos. Tú estás loca y nosotras tontas por seguirte, mira como nos has perdido; espera, que yo voy a ir adelante.
Así ocurrió y el grupo se puso en marcha nuevamente, pero la chica que iba atrás se dio cuenta de algo que le llamó mucho la atención. Estaban justo frente al árbol de jagua y en el hueco estaba el cartucho.
El cotilleo continuó y seguían molestando a la primera guía que había perdido al grupo, pero por suerte ahora la que guiaba ya conocía bien el camino porque ella venía por ese lugar hasta el trapiche del tio Gule.
Nuevamente caminaron casi 20 minutos y de repente la que va adelante se para y dice: Esperen, yo creo que tomé otro camino y nuevamente la que iba atrás ve nuevamente el árbol de jagua con el cartucho en el hueco, pero esta vez se asustó y se agarró de Enilda y le dice, estamos caminando en círculo, nosotras empezamos aquí donde yo guardé este cartucho. Todas se apiñaron y Enilda se paró y dijo: yo voy a ir adelante. Los brujos nos están perdiendo; esperen que voy a orar.
Con gran determinación se apartó unos minutos, oró en silencio y luego con valentía dijo: vámonos y vamos a ver si a mí me vas a perder vieja pendeja.
El regreso a casa se dio en silencio, pero sin tropiezos.
Al llegar al corotú que está frente a la Cruz del pueblo, se cruzan con la señora del conflicto en la mañana que les dijo: Hola y cómo les fue de cosecha? Se demoraron bastante no?
Enilda que iba adelante le dijo: No, decidimos venir hasta ahora y usted de dónde viene? Yo vengo de Quebrada Grande que estaba lavando, dijo la señora, a lo que le respondió Eny, si pero que raro usted no trae ropa lavada. No yo la mande adelante, respondió nuevamente. No hubo más comentarios y al llegar el grupo de mujeres al mango calidad del centro del pueblo les dice Enilda: ya se dieron cuenta ustedes de quien fue la que nos perdió? Pero se jodió, contra la “magnífica” no pudo.
El recoger nances siempre ha sido una actividad que se presta para tertulias pero es mejor ir preparada no sea que le toque rezar la magnífica y si no se la sabe? Estará en problemas.
Blas Morán
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