Si usted se pone a observar, casi todas las ciudades grandes tienen sus características, su identidad que igual que las personas, las hace únicas o diferentes al resto.
El pasado fin de semana escuchaba al cantautor español Carlos Cano interpretar magistralmente el vals “A París”. Te va describiendo de manera tan sencilla pero tan real, lo que es París; por otra parte, la música te va envolviendo y sin darte cuenta, quedas volando hacia “Pigal” y estás en París, contemplando una marioneta o una mariposa o tal vez una rosa.
Al ritmo de la música me dejé llevar y recordé, que estando con mis hijos en “champe lise” mientras ellos buscaban afanosamente un local con “wi fi”, yo los aguardaba en las amplias aceras contemplando los transeúntes, mujeres elegantes, grupos de senegaleses bailando en la calle, teatros, almacenes y cabaret, algunos pequeños, otros fastuosos, pero todo en extraña armonía y entiendo entonces cuando se dice: “ritmo de vida infernal, pero nada fuera de lugar”.
¿Cuántos años tiene París, para verse tan bella? Y qué imán puede tener para atraer a todo el amante de las artes, cualquiera que ella sea?

Casi que desde siempre músicos, escritores y pintores casi, casi que dan la vida o la hipotecan, por estar en París, aun pasando penurias y de las grandes. Sólo tenemos que leer la historia de dos premios nóbel como García Márquez y Vargas Llosa, cuyas mayores carencias las vivieron en París y qué decir de pintores. Algo asombroso el jardín que pinto Monet desde su ventana; hoy día se encuentra idéntico a como fue pintado hace tantos años; y en el amor, dice la canción, que no hay nada mejor para el corazón, que amar y olvidar. Tranquilo, viva feliz, que solo en París se puede olvidar.

Caminar por las angostas calles de París en una noche fresca, en verdad es poético. Yo le comentaba a un amigo, que mientras en otras ciudades las inundaciones se ven grotescas y brutales arrasando con todo a su paso,el Sena desbordado y las riadas en París se veían casi hermosas, si no fuera por los daños que causan.
Hasta los alemanes respetaron esa ciudad y no la destruyeron como muchas otras.
Todo un mundo de intrigas, traición, perfume, arte, poesía, fiestas y olvido. Todo se mezcla de manera tan racional, que el mundo entero sigue los pasos que se dan en París.
Los pasos, piruetas y arreglos en el ballet, se nombran en francés. La comida o platos de la alta cocina y todos sus trucos, se dan en francés; así como los toques y arreglos especiales en la alta costura y la moda.
Todo empezó en París y de allí, para el resto del mundo. París tiene apariencia de mujer y alma de pantera. Es sagaz como un felino y ha sorteado toda clase de afrentas desde los vikingos, hasta el día de hoy y continúa su camino sonriente y presumida como una gacela, aunque por dentro se está quemando.


Según estadísticas de salud pública, una ciudad se cataloga como grande y cosmopolita, en base a la cantidad de ratas que se encuentran en sus cloacas y alcantarillas. Saben ustedes cuántas ratas tiene París? Existen 8 ratas por habitante, pero esas usted no las ve.
Si has sido tocado por alguna de las hadas del Parnaso, debes ir a París y todas tus cuitas y preocupaciones a París se irán, pero olvídalas, que solo en París se puede olvidar.